MANIFESTACIÓN INTERNACIONAL EN TURÍN.
SÁBADO 4 DE MARZO, A LAS 16.30 DE LA TARDE,
EN LA PIAZZA SOLFERINO
La condena a muerte de Alfredo ya estaba escrita, fue ratificada con la decisión del ministro Nordio, y ahora ha quedado sellada con el veredicto del Tribunal de Casación. Si por casualidad a alguien le quedaba alguna duda, la decisión del viernes 24 de febrero la ha borrado de un plumazo. Si por un momento cada unx de nosotrxs hubiera podido pensar que la razón se impondría, que el clamor suscitado en los medios de comunicación por una movilización decidida y generosa, que durante cuatro meses, ininterrumpidamente, se pasó en asambleas, en la calle, por escritos y por acciones, el Tribunal Supremo nos ha devuelto de repente a la tierra.
La Casación es el mismo órgano que, el pasado mes de junio, recalificó los sucesos de Fossano (doble ataque explosivo, sin heridos, contra la comisaría de carabineri) como «masacre política», tergiversando el significado de las palabras, distorsionando una realidad en la que, como todos sabemos de sobra, las masacres son obra del Estado, de sus esbirros de derechas, de la patronal. El Tribunal de Casación es quien debe decir al respecto: otras masacres, de un tenor muy diferente, no necesitaron ser calificadas como tales, porque, ya se sabe, mientras hubiera muertos, la cadena perpetua habría llegado de todos modos. Decir que, en este caso, la decisión ya tomada era la cadena perpetua, y poco importa torcer la ley o lanzar una motivación improbable. Por tres veces en menos de 12 meses, el Tribunal Supremo, máxima expresión de la magistratura en Italia, ha empeorado la situación de Alfredo, en dos casos incluso en oposición a las mismas peticiones de la Fiscalía General: lo hizo con el proceso Scripta Manent, con la petición de revisión del nuevo examen de Sibilla, y ahora con este veredicto con sabor a pena capital. Más claro que esto…
Esperar algo diferente del Estado (que es muy distinto a tener fe en él) fue un error que muchos cometimos, en la estela de nuestro amor por Alfredo y conscientes de la plena justicia de nuestras reclamaciones. Pero conocemos perfectamente al Estado, siempre es el mismo: un teatro de los horrores. Diferentes escenarios según los actos, pero todos igual de hipócritas y atroces: cárcel para lxs que no desempeñan bien su papel (o para lxs que no están en condiciones de hacerlo), explotación para lxs que no nacen (o no llegan a ser) explotadores, periodistas y políticos en el papel de domadores; ricos premios y alabanzas para lxs guardianxs que se sacrifican con las armas en los puños en defensa del espectáculo.
Todo ello en un contexto de crisis endémica y de precipitación hacia la guerra abierta en el escenario mundial. El Estado se pone el casco, se moviliza en la guerra y lo hace también con la guerra interna, golpeando con creciente violencia el antagonismo y la lucha de clases, desencadenando contra el movimiento anarquista un verdadero proceso de aniquilación.
Somos conscientes de que esta lucha, que Alfredo supo llevar adelante desde el agujero en el que fue encarcelado, y que en los últimos meses ha tenido el honor y la carga de sacar a la palestra un tema que era casi un tabú, la dura prisión, es sólo una de las innumerables pendientes a las que se enfrentan quienes quieren escalar la montaña. Una pendiente que de repente se ha vuelto más empinada y peligrosa (o tal vez no fue tan repentina…), seguro, con el pensamiento subversivo convirtiéndose descarada y definitivamente en un mensaje ilegal en sí mismo, como en los mejores regímenes, con todo el drama de una vida que parece destinada a extinguirse en las mazmorras del reino, que no es poca carga emocional. Pero no por ello deja de ser uno de los interminables senderos escarpados que conducen a la aún muy lejana cima de la montaña, a la Libertad.
A nosotrxs nos corresponde elegir cuál tomar, y por qué medios. Seguramente, uno de ellos es a través de la reapropiación de ese espacio cada vez más metafóricamente estrecho, vigilado, asfixiado, que son las calles de nuestra ciudad, con la conciencia precisa de la dirección tomada y de la urgencia de hacerlo desde ahora, sin perder un solo instante.
El sábado 4 de marzo hemos elegido salir a la calle una vez más, junto a Alfredo y junto a lxs que luchan, para reiterar que no queremos 41 bis, ni cárceles, ni CIE; que la única guerra en la que participaremos estaremos codo con codo con todxs los explotados en una barricada que nos separa de lxs explotadorxs; para gritar con rabia ante una decisión que marca un paso más en la represión, con la condena a muerte de un compañero, pero que, necesariamente, debe marcar también nuestra forma de enfrentarnos a ella.
La lucha sigue!
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