La Assemblea cittadina milanese contro carcere, 41 bis, ergastolo anunciaba con este texto su participación en las movilizaciones del sábado 4 de marzo en Turín (Plza. Solferino, 16 hrs.), del 12 de marzo e Módena por la masacre en las cárceles en marzo de 2020 (Piazzale 1º mayo, 14 hrs.) y concentración del 2 de marzo en la sede milanesa de Fratelli d’Italia (Cso. Buenos aires, 15) que hoy es el primer responsable de la condena a muerte de Alfredo.
Todo es culpa de Alfredo
Dicen que es culpa nuestra si nuestros hijos vuelven a morir en el mar, no los deberíamos haber montado en una barca poniéndolos en riesgo con un largo viaje en condiciones precarias. Poco importa el hecho que habrían muerto de miseria, enfermedad o guerra allí donde se encontraban, en Mali, Guinea, Palestina, Afganistán, Iraq, Pakistán, Sri Lanka…
En culpa nuestra si en las cárceles hemos muerto trece por atiborrarnos de metadona durante una revuelta provocada por el terror al contagio de Covid en marzo de 2020. Qué importa si los cadáveres tenían los dientes y los huesos rotos, quemados a toda prisa porque eran potencialmente contagiosos y las investigaciones rápidamente archivadas.
Es culpa nuestra si hemos usado nuestro cuerpo como un arma y tras cuatro meses de ayuno sólo nos queda sino la muerte. Pero, ¿no es también una muerte lenta la que se experimenta en las celdas del 41 bis totalmente aislados del mundo exterior? Debemos sufrirla a toda costa, puede que tratados y alimentados a la fuerza, sedados y atados a la cama mientras en las cárceles los demás mueren precisamente por falta de higiene, de tratamiento sanitario, asesinados a base de golpes e indiferencia.
Es culpa nuestra si no hemos creído que todo iba a ir bien si nos inyectábamos tres o cuatro dosis de “vacuna” solo para poder ir a trabajar provistos de pasaporte sanitario. Mientras tanto, hemos muerto en las residencias de ancianos y en los hospitales públicos, no en los privados financiados con dinero público, aislados de nuestros seres más queridos. No, no ha ido todo bien, y desde luego no ha terminado, ya que la producción de sueros modificados genéticamente continúa a un ritmo acelerado.
Sigue siendo culpa nuestra si hace cinco meses que no cobramos por haber rechazado el subsidio de desempleo para seguir ocupando la fábrica exigiendo la reanudación de la actividad productiva para nosotros y el territorio en el que vivimos. ¿Deberíamos habernos creído las mentiras que nos contaban y dar un paso atrás?
Culpa nuestra si hemos muerto aplastados por un camión, no deberíamos haber intentado detenerlo en la entrada de un almacén. Pero podíamos haber seguido aceptando turnos extenuantes, accidentes, contratos de un mes, continuas mordidas a unas nóminas ya miserables?.
También son culpa nuestra los golpes, las multas, las denuncias, los juicios, la prisión, porque no entendemos la utilidad de las grandes obras como el TAV, que permite que una naranja llegue rápidamente a nuestra mesa después de haber viajado por tres continentes y haber destruido y contaminado territorios y economías de proximidad.
Siempre culpa nuestra si, con toda la propaganda que hay, no logramos convencernos de que los motivos de la guerra se pueden explicar con la amenaza del “malo” de turno (Saddam, Bin Laden, Milosevich, Gheddafi, Assad y ahora Putin) y que estar con la OTAN, es decir con los EE.UU. represente de manera indiscutible el estar con los “buenos”. Así como no podemos creer que las políticas de seguridad que llevan décadas construyendo una sociedad cada vez mas militarizada y privatizada gracias a la emergencia de turno (mafia, terrorismo islámico, black block, inmigración, negacionistas, ravers) hayan hecho la vida mejor y más segura. No sentimos estas culpas, pero sin duda es nuestra responsabilidad conseguir construir las fuerzas necesarias para afrontar la guerra que este Estado corrupto y asesino está librando en contra nuestra para defender un sistema de privilegios y miseria que nos está llevando a todos hacia la catástrofe.
Hemos hecho mucho durante estos años para resistir manteniendo viva la lucha y a solidaridad de clase pero hace falta un esfuerzo mucho mayor para recomponer en una perspectiva potencialmente revolucionaria un panorama de luchas tan fragmentado. Esta unidad de la luchas debe buscarse, construirse y defenderse, día a día.
No será hoy, y quizás tampoco mañana, pero con este espíritu participaremos en los próximos plazos de lucha que, por la relevancia adquirida, requieren la presencia, el compromiso, la inteligencia y el coraje de todos y cada uno de nosotros.