Hace tres meses nos llegó la triste noticia de la infiltración de un policía nacional en los entornos militantes de la ciudad de Barcelona, en especial en el Centro Social Okupado La Cinètika, en el barrio de Sant Andreu. Nos llena de rabia imaginarnos como se deben sentir les compañeres que compartieron con él cotidianidad, confidencias, intimidad. A todes elles les mandamos mucho amor y la fuerza de nuestras palabras transformadas en solidaridad.
En el pasado verano algunas personas del colectivo compartimos en la Cinetika un fin de semana de discusiones entorno a la legalización de los espacios okupados, donde confluyeron varios proyectos de okupación con distintas perspectivas, y en donde pudimos conocernos y compartir momentos de complicidad. Al poder le da miedo que creemos alianzas, que viajemos a conocernos, a ponernos caras, porque el internacionalismo es una arma que muchas veces no saben como parar. Es por eso que la policía tiene siempre el ojo puesto en estos eventos, con seguimientos, cámaras y en este caso con Dani (nombre que utilizaba el policía infiltrado) escuchando atentamente los debates.
Esta experiencia como tantas otras que ocurrieron en el pasado nos tiene que servir para aprender a cuidarnos y para recordarnos que tenemos que estar atentes, que tenemos que saber callar informaciones que no son necesarias saber o decir –muchas veces solo repetimos información por cotillear y no nos damos cuenta que aunque nosotres mismes no estamos en peligro podemos estar exponiendo a otres– la mayoría de la información por insignificante que parezca para la policía es de gran utilidad. Es importante generar constantemente una cultura de la seguridad, que tomemos conciencia que no solo se trata de nuestra seguridad a nivel individual sino que al cuidarnos a nosotres estamos también intentando cuidar al resto, ya que nunca sabemos a que punto quieren exponerse les demás compañeres.
Este suceso nos plantea interesantes discusiones sobre como mantener espacios públicos donde queremos que se acerque cualquier persona que tenga interés en los eventos que hacemos, entrenamientos, cenadores, asambleas públicas, coordinaciones. Tambien lidiar con las posibles infiltraciones que suelen empezar en estos espacios ya que a la policía les sirve de trampolín para llegar a otras estructuras o personas. Es importante para nosotros dejar en claro que formar espacios publicos es una decision consciente, que no queremos abandonar. Al mismo tiempo sabemos que no todo debe suceder en este marco.
Podemos aprovechar también para repensar nuestros espacios de ocio “alternativo” que muchas veces son un coladero para todo tipo de personas y no solo policías. En estos espacios muchas veces construimos relaciones líquidas, debemos repensar que significa la confianza y como construirla sabiendo que es una cuestión que implica de tiempo. Si tenemos sospechas hay que resolverlas porque es una responsabilidad colectiva asumir esta tarea, obviamente teniendo cuidado, no creando bulos y sin alimentarnos la paranoia, pero sabiendo que es una realidad que el enemigo lo va a intentar.
No podemos prevenir que informantes se infiltren en nuestras estructuras. Sin embargo con la experiencia vamos aprendiendo que es necesario conocernos desde diferentes lugares, en como somos como personas, en que valores tenemos. Ser une “gran compañere” no significa participar en todas las iniciativas y estar metido en todas las luchas y mientras tanto tener actitudes de mierda en las relaciones personales, porque es absurdo. Ya que seguramente todo eso se desmorone fácilmente cuando las cosas se tuerzan.
Debemos intentar generar relaciones más profundas donde la confianza y los valores sean pilares básicos del como nos relacionamos y construimos espacios políticos seguros en todos los ámbitos. Y recordar que en los vínculos que tenemos donde no nos conocemos tanto o no son tan profundos, no es necesario comentar sobre la vida de les demás, que hacen o que no hacen. No hablar sobre quien toma parte en una accion y tampoco hablar sobre la ausencia de personas en determinados momentos. Esto no significa dejar pasar compartamiento de mierda sin criticarnos, ni mirar hacia otro lado frente a la irresponsabilidad, malos compartamientos y falta de reflexion…
El Estado es nuestro enemigo y le importamos aunque muchas veces pensemos que no, que no somos una amenaza para ellos, que porque se van a infiltrar en un centro social okupado que hace entrenamientos, cenadores, charlas y diferentes tipos de actividades, y la respuesta aunque parece obvia es importante responderla. Es porque estamos en conflicto contra el estado y lo planteamos desde diferentes lugares, generando espacios que son infraestructuras para desarrollar diferentes luchas, haciendo propaganda de ideas que pretenden destruir y atacar a todo lo que quiere dominarnos porque queremos vivir de otra forma, porque nos solidarizamos con compañeres que sufren la represión por atacar al poder y sus símbolos, porque intentamos generar redes de apoyo mutuo, porque al fin al cabo cuestionamos y odiamos su mundo e intentamos vivir sin necesitarles, y eso les aterra.
Hemos elegido una vida que en muchos momentos nos plantea situaciones difíciles, cuando vemos a compañeres entrar en prisión, cuando sentimos dolor, tristeza y rabia porque matan a une compañere en alguna parte del mundo, cuando nos enteramos como les torturan o como en este caso cuando nos engañan, haciéndonos sentir tan vulnerables. Esta es la parte amarga, pero hay algo que sentimos que hace que valga la pena y son esos momentos en que de diferentes formas rompemos con la cotidianidad, son esas sonrisas cómplices en las revueltas, son los abrazos cuando alguien sale de prisión o de comisaría, es la alegría por ver un desahucio o desalojo parado colectivamente, es la fuerza que sentimos cuando la policía retrocede, y es el amor que sentimos a nuestras ideas y hacia nuestres compañeres. Son esas redes creadas entre nosotres que nos permiten sobrevivir en este mundo de mierda que nos quieren imponer, y eso, por mucho que la policía se infiltre nunca lo entenderá.
Con amor y rabia desde Rigaer 94 (Berlin)