Qué significa en la práctica “vivir” en 41 bis:
– Celda individual de 2×3 m.
– Exclusión de cualquier “beneficio” previsto por el reglamento penitenciario (trabajo en la cárcel/fuera, permisos, estudios, etc.) y de forma general suspensión de las reglas normales de tratamiento.
– Una visita al mes con familiares, de una hora de duración, video grabada, con mampara de cristal y científicamente controlada.
– Solamente los presos que no reciben visita pueden hacer una llamada al mes; la llamada se graba. Para poder realizar estas llamadas, los familiares deben desplazarse a la cárcel más cercana de su lugar de residencia para ser identificados. Lo mismo para los abogados.
– Máximo dos horas de patio en grupos de un máximo de cuatro presos en aislamiento y con la prohibición absoluta de dirigir la palabra a cualquier otra persona.
– Prohibición absoluta de intercambiar objetos entre presos (comida, libros, periódicos etc.)
– Limite de la cantidad de dinero, de los bienes y objetos que se pueden recibir del exterior.
– Censura del correo.
– No se pueden tener más de tres libros en la celda, no se pueden recibir libros o revistas del exterior y tampoco se pueden devolver los libros a las familias. Sólo está permitido adquirirlos a través de una empresa interna, por lo que quien no tiene dinero no lee. Un inciso: Gramsci en los años treinta, en pleno régimen fascista, podía tener cinco libros intercambiables en su celda.
– Ubicados en centros o secciones separadas del resto, preferiblemente en zonas insulares, vigiladas por unidades especiales (los famosos GOM de las torturas en la comisaría de Bolzaneto el G8 de Génova 2001).
– Prohibición para todos los detenidos en 41 bis de participar en los juicios contra ellos, a los cuales sólo pueden asistir trámite videoconferencia con todo lo que implica en términos de derecho a la defensa.
– Primero de aplica durante 4 años, prorrogables hasta el infinito en periodos de dos años.
Estas son las directrices del tratamiento penitenciario en 41 bis. Luego está la aplicación práctica a discreción de la dirección penitenciaria compuesta por: director, asistentes sociales, curas, educadores, etc., que deciden hasta el más mínimo detalle de la jornada compuesta por 23 horas de aislamiento total, más pequeñas vejaciones ligadas a cada gesto cotidiano. Sucede, por ejemplo, que la inmensa mayoría de los presos renuncian a la escasa hora de patio –sucio y sin techo– para no tener que soportar cada vez un cacheo, anal incluido.