Lo sabíamos: hay batallas que no te perdonan nada. La de Alfredo Cospito contra el 41 bis y el ergastolo ostativo Cospito era una de estas.
La semana pasada la Digos se presentó a la puerta de tres compañerxs, pescadxs como de costumbre entre el montón, con una orden de registro, poniendo patas arriba sus casas para secuestrar objetos como calzado, manuscritos, ordenadores, teléfonos, martillos, panfletos y libros. El hecho que estos últimos fuesen adscribibles a la prensa anarquista se ha reportado en las actas casi como si representase una prueba de criminalidad, como si leer o estudiar unas cosas u otras sea de por sí una prueba de delito. Han fotografiado a lxs compañerxs en comisaría, han intentado tomar sus huellas digitales y lxs han tenido casi 8 horas detenidxs. No añadimos más detalles, sólo que el afán por confiscar a llevado a que requisen dispositivos de personas no involucradas en la investigación y a que al menos una cuenta google haya sido hackeada y sustraída al propietario (incluido cambio de contraseña y de la dirección de recuperación).
Hemos puesto la cara en esta batalla, promoviendo iniciativas públicas, tomando la palabra, bajando a la calle: convencidxs que era lo justo, contra una vergüenza, un régimen de tortura, una maquinaria infernal de aislamiento, llamada 41 bis y fine pena mai [condena sin final o cadena perpetua – ndt].
Los hechos contestados reguardan uno de tantos episodios de la campaña llevada adelante en solidaridad con el militante anarquista en huelga de hambre (concluido tras 180 días). Poco importa, por los que a nosotrxs respecta, que las iniciativas de solidaridad fueran practicadas de día o de noche: todas las iniciativas eran parte de un recorrido más amplio, del trabajo infatigable operado por la heterogénea solidaridad internacional para romper el muro de silencio tras el que se encontraba el caso de Alfredo. Hasta un mes después del inicio de la huelga de hambre, y la iniciativa de pocos que han tomado una posición, su caso ha abierto una brecha en el debate público: de esa herida que poco a poco se ha abierto, se ha desarrollado una crítica radical al sistema carcelario y punitivo italiano, entre los peores de europa, y a los métodos de venganza respecto a los prisioneros revolucionarios. Por primera vez se ha cuestionado la barbarie del 41 bis, hasta ese momento invisibilizada bajos el terror de la mafia.
Ahora llega una de las muchas operaciones represivas del estado: se aísla un episodio, se pesca a algunx en el montón para rebuscar en su vida privada y dar comienzo a la venganza. Veremos como acaba: mientras tanto, con la cabeza bien alta, seguiremos defendiendo las razones de quien ha luchado y lucha por el cambio de este orden social hacia un mundo en sintonía con la naturaleza en el que no haya explotadxs. El resto se discutirá antes o después: la desproporción, destacable en la digos de Trieste, entre la modalidad de la investigación, vigilancia y arbitrariedad policial frente a los delitos contestados; el manto opresivo que trata de dejar sin aliento; la urgencia de reorganizar todas las batallas que nos depara este mundo. (Recordamos que, al parecer bajo dirección de Trieste, la semana pasada sucedía esto).
Aprovechamos esta visita para reafirmar nuestra solidaridad a la lucha emprendida por Alfredo Cospito (todavía encerrado en 41bis, a la espera de que se vuelva a definir la pena por el proceso Scripta Manent) y hacer resonar muestras palabras contra la tortura de estado y la persecución de los y las militantes revolucionarixs.
¡Una vez más ALFREDO FUERA DEL 41 BIS! ¡Del lado de quienes luchan!