La única forma de conocer la muerte es amar la vida
A. M. Bonanno
La joie n’a pas besoin de justification
E. M. Cioran
El 6 de diciembre de 2023 moría en su casa de Trieste Alfredo Maria Bonanno. Nacido en Catania, Sicilia, en 1937, a sido un compañero anarquista, filósofo y atracador de bancos, teórico y agitador, editor, traductor y escritor incansable. Además de sus obras clásicas sobre el anarquismo, Alfredo produjo importantes estudios sobre Hegel, Nietzsche, Stirner, pero también de Baudelaire, Paul-Henry Thiry d’Holbach y Maquiavelo.
Con todas nuestras limitaciones, en este artículo trataremos de hacer en passant, un intento parcial de explicar su figura, su historia.
A finales de los años ’60, Italia, igual que el resto del mundo, recibe una sacudida libertaria que convulsiona todos los ámbitos de la sociedad. Mientras, el “mayor partido comunista de Occidente” empezaba a transformarse en “partido del Estado dentro de la clase obrera” intentando recuperar las formas de autoorganización autónoma de las luchas obreras mediante el sindicato. Comienza la estrategia de los “históricos acuerdos” con la “Democracia Cristiana”, partido mafioso y corrupto que llevaba treinta años en el poder; de ahí la “política de sacrificios y austeridad”, es decir, sistemática concertación subordinada a la patronal. Aquellos que no se ajustaran al paradigma institucional serían posteriormente marginados, criminalizados y reprimidos. Por dar sólo algunas cifras: unas cuatro mil personas fueron investigadas y condenadas por “banda armada”, “asociación subversiva” o “hechos relacionados con intentos de subvertir el orden constitucional”; más de veinte mil se enfrentaron a cargos. Según las estimaciones del Ministerio del Interior, los integrantes del “área social subversiva” superaban los cien mil.
Alfredo comienza su militancia en la década de 1960, en las filas del movimiento anarquista siciliano, y tras haber trabajado diez años en un banco y después como ejecutivo en la industria química, se implica en las luchas de la época. En ese momento histórico, en un contexto social marcado por fuertes reivindicaciones salariales, luchas obreras y por derechos sociales, se desarrolló una excepcional efervescencia obrera, una insubordinación generalizada que dio lugar a una revuelta que, por su dimensión, profundidad social, extensión temporal y geográfica, sería la oleada revolucionaria más significativa en Europa occidental desde 1945 hasta hoy.
La respuesta del poder no se hizo esperar. Primero con intentos de golpe fascista apoyados por algunos aparatos de los servicios secretos y organizaciones paramilitares como Gladio, luego mediante el uso sistemático del terrorismo de Estado con el asesinato de Pinelli defenestrado en una comisaría de policía, las bombas de plaza Fontana, las de Brescia, o las de la estación de Bolonia.
Al funeral de Pinelli asistieron algunos cientos de personas, incluidas personalidades de una cierta autoridad intelectual como Vittorio Sereni, Franco Fortini, Marco Forti, Giovanni Ramponi, Giorgio Cesarano, Luigi Manconi, además de asistentes de la Universidad Católica de Milán, y muchos anarquistas, incluido el propio Bonanno, quien publicó un folleto en 1988 titulado Io so chi ha ucciso al commissario Calabresi (Yo se quien ha matado al comisario Calabresi [breve frg.]), en referencia al asesinato en 1972 del comisario de policía que gran parte del movimiento anarquista y revolucionario consideraba autor de la muerte de Pinelli. En este escrito se afirma que en el funeral de Pinelli surgió una idea de justicia que no existía antes, un deseo compartido de venganza. Además, la ausencia de reivindicación, de siglas que asumieran este acto, hizo que aquella acción anónima y vengadora fuese inteligible y muy clara para todos
Por un lado, en esta época Italia vive un supuesto “boom económico”, para algunos sectores de clase media y de la burguesía, por otro lado “crisis” económica y fuertes choques sociales. Es en esta coyuntura histórica cuando Alfredo pone en marcha “Edizioni Anarchismo”, participa en el debate escribiendo en periódicos como “Sinistra Libertaria” y creando la revista “Anarchismo” (1975-1994).
Durante toda la década de los setenta del siglo pasado, el debate en el seno de las organizaciones de la izquierda extraparlamentaria se centró no tanto en el uso o no de la violencia revolucionaria, sino más bien en cuándo y cómo utilizarla. De las huelgas salvajes a las asambleas en las fábricas o en los barrios, de las manifestaciones en masa a los autodescuentos de las facturas, de las expropiaciones proletarias a los sabotajes, se desplegaba un panorama variopinto formado por estudiantes y trabajadores, desempleados y “marginados” y entre estos, un movimiento formado por comunistas heréticos e indios metropolitanos, Comontistas y consiliaristas, situacionistas y autónomos. Además de las Brigadas Rojas, que llevaban a cabo la presa de poder y el “ataque al corazón del Estado”, existía un archipiélago de siglas (se usaron más de seiscientas) que practicaban formas de guerrilla urbana. Si bien el papel de los anarquistas en este periodo histórico, salvo pocas excepción, resultaba mas bien marginal, con un anticuado movimiento de anarquismo de síntesis, cada vez más fue tomando fuerza el anarquismo de acción directa, es decir, de grupos de afinidad y núcleos autónomos; experiencias similares aparecieron también en España, Inglaterra y Francia. Fuera de y contra las burocracias de cualquier color los jóvenes rebeldes trataron de combinar la crítica de la vida cotidiana con la subversión de los roles sociales impuestos.
En este escenario de autonomía proletaria y “bombas, sangre y capital”, por usar la expresión de un texto de la época, el anarquismo de Bonanno entrará en polémica tanto con las organizaciones neoleninistas, estalinistas y autoritarias, como con la ya rancia Federación anarquista tradicional. Igualmente, de la misma pluma se delineará una crítica de la especialización, del vanguardismo y del militarismo. Entre las disputas más significativas de este periodo se produjo entre el periódico “Insurrezione”, la revista “Anarchismo” y el grupo armado “Azione Rivoluzionaria”. Esta última fue una experiencia de lucha armada libertaria a la que se le reprocharon una serie de contradicciones, entre las cuales «[…] aquella sobre la función de la organización armada que persiste en verse como función “orientadora”, “principal”, en relación con el trabajo de masas, la realidad de la producción y la explotación; cuando en su lugar habría sido más acertado hablar de la indispensabilidad de la organización armada específica [en el sentido de perteneciente a un ámbito concreto, se entiende el anarquista, libertario – ndt] y de la simultánea importancia de la extensión del trabajo de masas sin que una esté subordinada a la otra o viceversa» (Contributi alla critica armata libertaria, Edizioni Anarchismo). [en preparación por Prometeo Ediciones]
En 1977 la radicalización y generalización del conflicto de clases se agudizaron aún más, y Alfredo publica La gioia armata (El placer armado) [gioia en italiano recoge tanto el sentido de placer como de gozo, alegría, juego, plenitud, desbordamiento de la vida – ndt], libelo escrito precisamente porque «[…] Parecía esencial impedir que las muchas acciones llevadas a cabo cada día por los compañeros contra los hombres y las estructuras de poder, fueran arrastradas hacia la lógica planeada de un partido armado, como las Brigadas Rojas en Italia.
Este es el espíritu del libro. Mostrar cómo una práctica de liberación y destrucción puede irrumpir desde una gioiosa lógica de lucha en vez de una mortal rigidez esquemática dentro de los cánones preestablecidos de un grupo dirigente». Sobre este libro, recordamos que «[…] El tribunal supremo italiano ordenó que se quemara. […] Fui sentenciado a 18 meses de prisión por escribir este libro.»
Pero es en 1978 cuando se produjo un verdadero escándalo en el mundo intelectual; Edizioni Anarchismo publicó Il mio testamento político, con la firma de Jean-Paul Sartre cuando en realidad se trata de un texto de 40 páginas de Joseph Déjaque, anarquista muerto en París en 1864. Un detournement [desvío – ndt] que a Bonanno le costará una demanda del filósofo francés. [en preparación por Prometeo Ediciones]
A comienzos de los años ’80, gracias a la telemática, empieza una importante fase de reestructuración del Estado y del capital, en pleno periodo “de emergencia”, la contrarevolución despliega todas sus fuerzas en un momento de fuerte reflujo del movimiento revolucionario y antagonista. La creación de cárceles especiales y las leyes sobre la disociación y el arrepentimiento abren un debate sobre la cuestión de la prisión política en Italia. Alfredo publica en 1984 E noi saremo sempre pronti a impadronirci un’altra volta del cielo (Y nosotros siempre estaremos listos a volver a tomar el cielo. [Contra la amnistía]), un texto contra la amnistía y contra la “rendición” preconizadas por algunos militantes comunistas. Ahora que se vislumbra el fin de la centralidad de los trabajadores y del Partido, la hipótesis armada podría revivir una vez más mediante la práctica del sabotaje generalizado y el ataque anónimo repartido por todo el territorio. Desde Londres, Alfredo escribe La rivoluzione illogica, donde se enfatiza la polarización de la realidad, la importancia de participar en las luchas intermedias, la organización informal y el proyecto insurreccional. Aún en Inglaterra, estuvo presente en la revuelta de Brixton de 1984.
Cuando uno observa los levantamientos irracionales que caracterizan a las sociedades capitalistas tardías, se vuelve obvia la insuficiencia de cierta visión decimonónica de la insurrección anarquista, que imagina banderas rojas y negras ondeando sobre las barricadas.
Mientras tanto, se comienza a experimentar con la formación de “núcleos de base autónomos” dentro de luchas específicas, en un esfuerzo por “unir” el movimiento específico (los compañeros) y el movimiento real (la realidad de los excluidos en lucha). Fue desde esta perspectiva que los compañeros participaron en las luchas de los trabajadores ferroviarios de Turín, crearon la Coordinación de Ligas Autoorganizadas contra la base de misiles de Comiso en 1987 y participaron en luchas antinucleares y manifestaciones antimilitaristas, todas con objetivos específicos de ataque.
En 1987 se crea a la revista “Provocazione” (1987-1991). Bonanno fue detenido con otro compañero por un robo en una joyería de Bérgamo en 1989. A propósito de acciones generalizadas y descentralizadas, cabe señalar que en Italia se derribaron unas 1.200 torres de alta tensión entre finales de 1977 y 1989. [en 2013 publicaba Passeggiate nel buio. Contro il nucleare, donde se recogen algunos sabotajes contra estas torres, además un método de serrado que parece se está volviendo a poner en práctica – ndt]
En estos mismos años, el anarquista siciliano describe la condición de Los jóvenes en una sociedad post-industrial y la división entre los excluidos y los incluidos:
«Hace un tiempo propuse la distinción basada en estos dos conceptos. Por un lado los “incluidos”, encerrados en su castillo “teutónico”, poseedores de la nueva tecnología, y, en cuanto tales, dominadores; al otro lado, los “excluidos”, destinados a un uso pasivo de la tecnología, desposeídos de algo que nunca será su arma de “trabajo” y, precisamente por esto, dominados.
He explicado, me parece que de forma exhaustiva, que esta distinción se adapta suficientemente (aun siendo un modelo de razonamiento) a la realidad post-industrial. La tecnología de hoy es la “riqueza”, mucho más allá del simple “capital financiero”, que irá disminuyendo cada vez más. Esta tecnología no podrá ser para todos. La mayoría (los excluidos) estarán habilitados sólo para un uso pasivo y no comprenderán nada más allá del simple apretar unos botones. Los menos (los incluidos) desarrollarán las investigaciones y gestionarán el poder a través de una posesión que les es exclusiva» (I giovani in una società post-industriale, “Anarchismo”, 1988).
Llegan los años ’90 y la descentralización de las estructuras de producción, la flexibilidad y la precariedad avanzan. El anarquismo es considerado cada vez más como una tensión ética individual que afrontar una realidad cambiante y un Dominio extendido por el territorio, descentralizado. Alfredo intenta explicar este cambio de la “nueva” democracia”, el paso de la primera a la segunda República, con La tensione anarchica (La tensión anarquista), un libelo sacado de una conferencia realizada en un instituto de Cuneo en 1995. También se organizaron conferencias similares en universidades griegas, que dan vida a Dominio e rivolta. Además fueron los años del semanario “CaneNero”, un periódico redactado en Florencia por Alfredo y otras individualidades, pero también los del llamado “Proceso Marini” de 1995, con nombre del magistrado que investigaba por una “banda armada” denominada ORAI (Organizzazione Rivoluzionaria Anarchica Insurrezionale), inventada por los investigadores y que tendría como jefe a Bonanno. Sesenta y ocho anarquistas fueron acusados de atracos, secuestros, asesinatos, posesión de armas y varios ataques a estructuras del poder. Alfredo se defenderá a si mismo en el juicio de Roma, los anarquistas hablarán de “montaje” y llevarán a cabo una campaña por la liberación de los investigados, y en “Canenero” se escribirá: «La insurrección tiene deseos y razones que ninguna lógica militar podrá comprender jamás» (“CaneNero” settimanale anarchico – 20 dic. 1996 – n.º 43). En cualquier caso, después de algunas duras condenas y muchas absoluciones, el teorema (existencia de una “banda armada”, con líderes, escondites, etc.) nunca desaparece.
En la Convención de Velletri, en diciembre de 2000, toma forma, aunque luego el proyecto nunca llegó a despegar realmente, la idea de «Pensar en una serie de relaciones estables en la cuenca mediterránea» lo que llevó al intento de crear la «una organización informal que reuniera a compañeros y grupos antiautoritarios»: la IAI (Internazionale Antiautoritaria Insurrezionalista).
Los veinte años transcurridos de este nuevo siglo verán a un Alfredo todavía activo y propagandista., dedicado a publicar sus textos y siempre moviéndose por Italia y el extranjero. Se imprimen Il tratatto delle inutilità, libro al que dedicó muchos años de su vida, las revistas “Senza Titolo” (2009) y “Negazine” (2017).
Alfredo es detenido en Trikala en 2009 por un atraco a un banco junto a un compañero griego, tras lo que recibe una gran solidaridad internacional.
Partiendo de una “teoría del individuo” Bonanno intentado superar, gracias al concepto nietzscheano de “trascendencia”, el “falso problema del individualismo y el comunismo”. Según él mismo admitió, nunca fue un nihilista sino más bien un comunista anarquista en plena continuación con la tradición de Bakunin, Kropotkin y Malatesta. En contra de todo intelectualismo especializado y académico, a pesar de un estilo de escritura no siempre sencillo y frente a un pensamiento teórico profundo, denso y articulado, muchas de sus lúcidas críticas y consideraciones han supuesto una enorme contribución al movimiento anarquista a nivel internacional.
Por lo demás, hay que decir que sus análisis desarrollados a lo largo de los años sobre “los nuevos giros del capitalismo”, las «transformaciones del mundo del trabajo y de la escuela», la «pérdida del lenguaje», la «miseria de la cultura», y «la represión y el control social», los vemos desgraciadamente materializarse en los acontecimientos sociales de hoy.
Consideramos que debe hacerse un paréntesis sobre su carácter internacionalista. Con respecto al actual contexto internacional de guerra imperialista que vivimos hoy en día (enfrentamiento EEUU-UE-OTAN y Rusia), o más en general en esta fase de nacionalismos (ahora rebautizados en clave soberanista), fundamentalismos religiosos y racismo de Estado, vale la pena citar la posición precisa adoptada en 1989 sobre la llamada “cuestión palestina”:
«[…] Por tanto, es preciso oponerse tanto al Estado israelí como al Estado palestino, por mucho que la lucha contra el primero, que existe y está en funcionamiento, se plantee en términos prácticos, mientras que contra el segundo, que sólo está ‘in nuce’ [1989], se plantee en términos políticos.
Es preciso apoyar la creación de una federación de comunidades de trabajadores, palestinos e israelíes, libres de federarse como quieran, de dotarse de sus propios programas, de tomar sus propias decisiones organizativas y productivas, al margen de las injerencias interesadas de los grandes Estados y, en particular, de Estados Unidos.
Es necesaria una cooperación práctica e ideal, productiva y cultural, entre los pueblos palestino e israelí, para poner fin a un conflicto nacional y racial que no tiene razón de ser, ya que en esas tierras hay espacio para los dos pueblos, conservando y superando las diferencias de raza, cultura, religión y tradiciones.
Es preciso estar al lado del pueblo palestino, pero también al lado del pueblo israelí, especialmente de los sectores más desposeídos y miserables de los dos pueblos a los que una política internacional de grandes intereses y explotación conduce a la matanza mutua».
A Alfredo le importaba profundamente la causa de liberación Palestina, habiendo participado en la lucha directamente en el territorio y habiendo sufrido una tortura por parte del Mossad.
Ha tenido gran coraje (en el sentido etimológico de la palabra cor, agis= actuar con el corazón) en este sentido, Alfredo, arriesgando toda su vida, consumiéndola con ardor –lento pero seguro, igual que arde la vela de la que nos habla Max Stirner– contra el abuso de poder y la dignidad ofendida, contra el embrollo ideológico y toda organización científica de este orden mortífero. La vida ilógica de Alfredo está toda aquí; en haber creado una ruptura dentro de la lógica racional y del mundo burgués, en haber trastocado el orden del discurso: «Toda la máquina de la tradición cultural de Occidente es una máquina de muerte, una negación de la realidad, el reino de lo ficticio que ha acumulado todo tipo de infamias y vejaciones, de explotación y genocidio. Si el rechazo de toda esta lógica de producción es condenada como locura entonces debemos distinguir entre locura y locura.»
Ante nosotros la fría y monstruosa realidad pero también la convicción testaruda y revolucionaria, en absoluto determinista, de que «[…] cada instante de nuestra vida, incluso el más pequeño soplo de esperanza, el simple rubor repentino por una sensación agradable de la que ya no nos creíamos capaces, estamos seguros de que todo esto no puede perderse y de que el mundo del futuro se construirá precisamente sobre estos materiales, no acumulables, no cuantificables, que producen aperturas ni siquiera concebibles» (Senza una ragione).
Hoy día, las cuestiones éticas y metodológicas planteadas en el pasado siguen abiertas: frente a la guerra y a la “Cuarta revolución industrial”, frente a la barbarie y a la violenta “Transición” en acto, entre drones e inteligencia artificial, explotación algorítmica y dominio digital, ¿cómo podemos detener la construcción de este tecno-hombre desrealizado y atomizado del siglo XXI?
«Un clima de aplanamiento y uniformidad, de penosa aceptación y agonía confundida con respiración y latidos. Rechazamos la pertenencia vital a esta muerte sustancial y por eso queremos ir más allá, por eso queremos afirmar la gioia como visión de la vida y no como un mísero atrincheramiento defensivo», escribe la revista “Negazine” en 2017.
Para concluir, lejos de querer reproducir servilmente un modelo, para evitar cualquier tipo de mistificación, Alfredo ha vivido una vida contradictoria, ilógica, como es la vida reservada a todos los que percibimos la ilógica realidad en la que seguimos inmersos.
Una vida atenazada por las pulsiones de muerte y por la voluntad de poder, afligida por las heridas de los golpes recibidos, pero rociada por los impulsos de amor desinteresado.
Por un lado, Alfredo fue simplemente un camarada entre tantos otros a lo largo de la larga historia de la lucha contra la opresión; por otro, llevó su discurso y su práctica al extremo. Un ejemplo de coherencia, una espina clavada en la moral, un “loco Don Quijote” para tantos moderados y pusilánimes, que ha pagado con años de cárcel y represión. Eclipsando la cuestión: «No soy un hombre, soy dinamita», habría dicho Nietzsche.
En definitiva, debemos seguir deseando, jugando, odiando a nuestros enemigos jurados y amando la vida.
Después de todo, es la pasión revolucionaria en pleno desarrollo, orientada hacia la autoorganización de los procesos sociales, la que forma la base necesaria de una revolución verdaderamente ilógica.
Porque, después de todo, sólo la autoorganización de los procesos sociales y la pasión revolucionaria en su pleno apogeo siguen siendo la base necesaria para una verdadera… revolución ilógica.
Simone LeMarteu y Nada Lestricon
TecnoMondo, diciembre 2023
*Nota. Siendo sinceros no queríamos correr el riesgo de hacer ni una fría biografía ni un pésimo compendio del pensamiento de Alfredo. Pero en cualquier caso hemos asumido la responsabilidad de poder caer en este peligro, quizás sin conseguir evitarlo del todo.
Hemos citado solo los textos más significativos para nosotros respecto a la gran cantidad de libros, apuntes, notas, conferencias. Como recuerda el propio Alfredo «además de mis dos tesis como era costumbre a la época, entre 1969 y 1997 he escrito cerca de 150 tesis para otros». Es verdad que Alfredo, rechazando cátedras y conocimiento académico, nos hablaba de la importancia de la cultura en varias ocasiones, y también nos advertía que «de las bibliotecas salen los matarifes»