Desde Cerdeña, una octavilla de hace unos años, contra el ergastolo ostativo:
CONTRA LA TORTURA DE ESTADO
CONTRA EL ERGASTOLO OSTATIVO
El ergastolo ostativo es una de las peores formas de tortura previstas y reguladas por la ley del estado italiano. Han pasado ochenta y seis años desde la entrada en vigor del código penal –cuyos art. 17 y 22 volvían a introducir la cadena perpetua [ergastolo], ha habido constituciones y reformas, pero con la introducción del art. 41Bis O.p en 1992, los patrones y su estado decidieron establecer la cárcel de por vida sin ninguna manera (o casi) de salir de otra forma que no sea muerto. Para los ergastolanos “normales”, que son una minoría respecto al conjunto de condenados al ergastolo, la pena está temperrada por la posibilidad de obtener beneficios después de haber cumplido cierto número de años. Primero el art. 21 (trabajo en el exterior), los permisos premio (tras 10 años), luego la semi libertad, luego, tras 16 años, la libertad condicional.
El ergastolo ostativo afecta a quienes son condenados por delitos de “criminalidad organizada” o por “terrorismo”, pero en realidad se aplica a un gran número de presos por delitos muy comunes (enumerados en el texto del art. 41Bis: atraco, secuestro, contrabando…) para los que la sentencia, o la policía (en fase de ejecución de pena), hipoteticen, sin tener que demostrarlo, una relación con mafia y “terrorismo”. Para muchos este vínculo se puede considerar tan solo por hablar con otros presos considerados cercanos a la mafia o politizados… Como si estar en la cárcel y encontrarse con personas que están dentro ocurriera por voluntad del prisionero!
A los condenados al ergastolo ostativo se les niegan todos los beneficios, en nombre de una valoración sobre la “peligrosidad” del individuo basada en el rechazo a colaborar con el estado, en vínculos verdaderos o presuntos con la criminalidad organizada o con la lucha política, o sobre la no participación en la labor “reeducadora” (traducido: volverse un infame dispuesto a cantar lo que se sabe y a inventarse el resto, a ser un perro dócil para quienquiera que tenga el poder, del magistrado al último de los carceleros)… En realidad, en la casi totalidad de los casos el pronóstico se basa en la mera palabra de policías y carabinieris, de carceleros y trabajadores de prisiones, sobre la cual se basan sin ningún escrúpulo los magistrados de vigilancia, incluso cuando los informes se limitan a afirmar que los vínculos no se pueden probar, pero tampoco excluir!.
La única forma contemplada por ley de acabar con la ostatività es el art. 58 ter O.p.: el prisionero debe “colaborar”, y hacerlos en los términos requeridos por el estado. Existe una posibilidad remota de que se reconozca que la colaboración, aunque se preste, sería irrelevante o incluso imposible, por lo que se desclasificaría a ergasolano “común”, pero se trata de una casuística irrelevante.
En resumen: rehenes hasta la muerte o la pérdida de la propia dignidad, empujando a la cárcel a otras personas, en ocasiones señaladas por quienes dirigen las investigaciones a cambio de la desclasificación. Más allá del discurso garantista de los exégetas de la ley y sus pliegues mentales, la discrecionalidad de estas personas es ilimitada y carece de contraparte. La entera vida de un condenado al ergastolo ostativo está en manos del más simple de los verdugos del estado, ya sea el policía de una comisaría del extrarradio que envía la información o el educador que no encuentra al preso lo suficientemente sumiso. Todo ello a pesar de la cháchara de los amigos de la “legalidad” y de los defensores de la Constitución, de la “humanidad” del castigo y de la “reeducación”, los mismos hombres de estado que siempre han hecho papel mojado cuando se trata de oprimir a los pobres.
Para luchar contra esta tortura algunos presos han lanzado una campaña de movilización tanto dentro como fuera de los muros.
En la parte trasera la propuesta de los presos para una huelga colectiva con diversas propuestas de lucha
SOLIDARIDAD A LOS PRESXS EN LUCHA!
La Biblioteca dell’evasione, Via Casaggia 12, Sassari