Bolonia, 27 noviembre
Bolonia – El domingo 27 de noviembre, trigésimo sétimo día de huelga de hambre del compañero anarquista Alfredo Cospito, un grupo de solidarios ha interrumpido la misa matinal de la iglesia del Sacro Cuore de calle Matteotti. Megáfono, lanzamiento de pasquines, coros y pancarta “41bis=tortura. Alfredo Cospito libre!”
–texto pasquín–
El 41bis es TORTURA
750 personas en Italia se encuentran en régimen de tortura. La palabra clave del 41bis el AISLAMIENTO: 22 horas en una celda individual, patio normalmente con una sola persona, un máximo de cuatro libros en celda, imposibilidad de recibirlos de fuera (¡imaginaos una larga detención solo con la mísera biblioteca de la cárcel!), censura de la correspondencia e imposibilidad de comunicar con el exterior , cristales divisorios y ausencia de cualquier contacto físico o caricia durante las visitas. De aquí solo se sale difamando o abjurando las propias ideas. Una privación sensorial que provoca daños físicos y sicológicos permanentes si se prolonga durante años. ¡Imaginaos a quien se le renueva una y otra vez por la condena a cadena perpetua! En este país existe la tortura desde hace décadas, aclamada por la hipócrita y discrecional “lucha antimafia” que todo justifica. Pero, ¿está el 41bis está destinado únicamente a la mafia o es un instrumento adaptable a una categoría mayor, a quienes no agachan la cabeza frente al Estado?
Desde el 20 de octubre nuestro compañero, anarquista, Alfredo Cospito ha iniciado una huelga de hambre a muerte para salir del 41bis. Condenado a cadena perpetua, y transferido al 41bis el 5 de mayo de este año, ha preferido, mas digno, luchar hasta la muerte antes que dejarse aniquilar por el Estado en una pena de muerte no declarada.
De las cárceles en las que se encuentra encerrado desde hace años nunca ha dejado de participar en el debate del movimiento anarquista, de expresar sus ideas, de soñar la revolución. Ideas peligrosas las suyas, que hablan a quien desprecia la injusticia, a quien desea responder el acoso sufrido a diario por parte del Estado, a las tomaduras de pelo de los políticos, a la explotación de los patrones. Hablan de actuar ante los muertos en el trabajo, cada vez con más frecuencia menores de edad, a la muerte o a los secuestros en medio del mar de personas desesperadas que buscan algo mejor, a los porrazos que ofrece la policía a quienes luchan, a las catástrofes presentadas como naturales o inevitables que produce el capitalismo en su carrera. Y de hacerlo también con violencia, si está en juego, como es cada vez mas evidente, nuestra supervivencia y la de nuestra gente cercana.