Una consejera del Príncipe enviada más allá de las fronteras hoy declara estar muy “conmocionada”. Gracias a su valiosos servicios, consideraba que solo merece prebendas, honores, entrevistas, aplausos. Nunca habría pensado ser despertada de repente, en plena noche, por uno de sus coches envuelto en llamas. Nunca habría pensado correr semejante “riesgo”, según ella “inesperado”. En el fondo sólo es una diplomática, la representante de un Estado en el extranjero. ¿Quién podría desearlo sólo por esto?
Alguien evidentemente, en Atenas y no sólo. Alguien que considera que cualquier alto funcionario de un Estado responsable de las infamias realizadas por el Estado al que representa. Un coche en llamas ha sido suficiente para irritar y alterar a los compañeros de la diplomática hasta el punto de convertirlo en una tragedia griega (aunque, por el momento, sin un final de muerte). Entre estos, está quien se declara “atónito” ante la falta de respeto hacia las instituciones y quien está “preocupado” tras descubrir que, después de todo, no era tan intocable. ¿Realmente la servidumbre voluntaria no es universal? ¿De verdad los barrios hiper-securitarios construidos por regímenes fascistas no son inexpugnables?
En cualquier caso, que quede claro. Dañar los vehículos de una diplomática es un gesto “intimidatorio”; enterrar en la cárcel a un anarquista por sus ideas no. Preparar y lanzar cócteles molotov es un gesto “inaceptable”; producir y comerciar con armas no. Desafiar a la autoridad es un gesto que “no tiene justificación”; devastar el ambiente, contaminar el aire, envenenar la tierra no… Después de las víctimas que se convierten en ayudantes de los verdugos, ¡sólo faltaban los verdugos que se hacen pasar por víctimas!
Si los maderos no tienen dudas respecto la “matriz anarquista” de ese atentado, nosotros tampoco tenemos dudas respecto a la matriz de la opresión social, de la explotación económica, de la alienación humana, de la miseria emocional.
Traducido de: abirato.net