La batalla que libra Alfredo nos concierne y afecta a todos. De manera transversal y que va más allá de cualquier pensamiento y movimiento de pertenencia. Están en juego los derechos esenciales de toda persona.
Es repugnante la utilización que en los últimos años han hecho el Estado y sus órganos ejecutivos de la justicia contra los movimientos anarquistas, pero no sólo. Es la actitud y las formas utilizadas por todos los sistemas de poder totalitarios: la eliminación a cualquier precio de cualquier oponente político y la correspondiente reivindicación silenciosa pero descarada. Alfredo se está muriendo. Está muriendo en manos del Estado. Y como nos están haciendo ver, de forma vergonzosa, no serán esas manos las que pretendan salvarlo. Las manos que pueden y deben intentar salvarlo son las nuestras. Las manos de todos y cada uno de nosotros. Las manos de quienes no pueden y no quieren aceptar todo esto.
La urgencia de la situación sanitaria de Alfredo nos pone ante la necesidad y el deber de hacer algo ya, aquí y ahora. Porque ya es demasiado tarde.
Alfredo con su radical elección de la huelga de hambre ha sacado a la luz y ante los ojos de esta triste sociedad, los horrores de la justicia italiana y de su sistema penitenciario. Pero más allá de esto creo que nos está haciendo un regalo precioso. Un regalo que no podemos dejar caer en la nada. Es el momento de reencontrarse, de reagruparse, de estar todos y todas unidos. Sabemos bien, cada uno a través de su propia trayectoria política, hasta qué punto a lo largo de los años ciertos métodos de lucha nos han dividido o han sido motivo de conflicto. Hoy debemos dejarlos a un lado, encontrar esa raíz sólida y común que nos une a todos: nuestro profundo amor por la libertad. Debemos encontrar la forma de convertirnos en las manos que levanten a Alfredo de los brazos de la muerte. Las manos que precisamente en el valor de nuestra infinita diversidad ya no podrán ser ignoradas.
Lo que pienso, y lo que quiero subrayar es un pensamiento que pongo con humildad sobre la mesa del debate, es muy sencillo: creo que ha llegado el momento de convocar una manifestación nacional en Roma para el sábado o el domingo a más tardar. Una manifestación cohesionada que sea un lugar abierto a cada una de nuestras diferentes realidades políticas y a cualquier ciudadano y ciudadana de este mundo. Un lugar donde podamos manifestarnos y gritar juntos toda nuestra rabia, desprecio y repugnancia. Un lugar donde todos se sientan seguros y seguras, con derecho o legitimidad para participar. Al final de esta manifestación cada realidad decidirá cómo y si quiere seguir protestando según su propio pensamiento y estrategia de lucha política. Libre y autónomamente, sin implicar a personas que tengan una visión diferente de los instrumentos de lucha. A propósito, para evitar que alguien intente instrumentalizar o especular sobre el método que ha elegido Alfredo, quería añadir una cosa que considero sumamente importante subrayar. El instrumento elegido por Alfredo no es, como él mismo ha declarado, un acto de desesperación, sino al contrario, se trata de una elección consciente y fuerte, extrema pero de gran dignidad y que no desmerece en absoluto su puesta en práctica. Y quizá el último instrumento, sólo y exclusivamente porque el Estado le ha privado de todos los demás de los que podía disponer.
Espero que de algún modo estas palabras puedan servir de ayuda.
¡En la diversidad, por la diversidad, con Alfredo y todo/as lo/as compañer/as emprisionado/as del mundo!
Con amor, rabia y esperanza,
Un Anarquista