Alfredo Cospito – El odio de clase y el mito de la anarquía vengadora

¡Vosotros le quitáis la voz, nosotros le devolvemos la palabra!

Compañeros,
ahora en el edificio del FSB de Arkhangeslk habrá un ataque, del cual asumo la responsabilidad. Los motivos de ello son claros. En respuesta al FSB que reprime, constuye montajes y tortura personas, he decidido golpearlo. Es muy probable que muera a causa de la explosión, porque activaré la bomba manualmente. Por lo tanto, os pido que difundáis información sobre el ataque: quien lo ha realizado y las motivaciones. Bien, esto es todo. Espero que avancéis con firmeza y sin compromisos hacia nuestro objetivo.
¡Luminoso es el futuro del comunismo anárquico!
Mikhail Zhobitsky
(reivindicación del atentado del 31 de octubre 2018 contra el FSB de Arkhangelsk, Rusia)

(…) es absurdo pensar que la lucha de clases ha terminado; estamos inmersos en ella hasta el cuello, pero a diferencia de ayer, la barbarización a causa del aislamiento tecnológico (que cada uno de nosotros llevamos con nosotros) nos priva de una percepción real del fenómeno en su complejidad. Esta barbarización implica un retorno a las formas primordiales, salvajes (y por lo tanto más puras) del conflicto de clase. Las figuras de mediación como los «sindicatos» y los «partidos» son omitidas. En la parte del mundo más «avanzada» tecnológicamente, el sujeto social que una vez caracterizó a la clase oprimida, el «proletariado», ha sido reemplazado por una clase indefinida y desesperada que no tiene consciencia de sí misma. Mientras tanto, el odio y la rabia se han acumulado, saturando el aire, haciéndolo irrespirable, listo para explotar al primer chispazo con la intensidad adecuada. El poder es bien consciente de que a pesar de tener peores cartas que nosotros, la mejor manera de jugarlas es alimentando conflictos entre los pobres. Pero son solo paliativos, solo ligeramente efectivos. Los sindicatos y los partidos de izquierda ya no funcionan. Su rol de apagafuegos ha sido reemplazado por armas de distracción masiva como el racismo y el patriotismo. Pero, ¿cuánto podrá durar? La estrategia de poner a los pobres en contra de los que son aun más pobres es miope y tiene los días contados. El empobrecimiento general debido a la ola tecnológica y al consecuente desempleo, desactivará los racismos y los patriotismos, pero sólo si jugamos bien nuestras cartas. Durante el tiempo necesario para establecerse y garantizar todos los ingresos de ciudadanía (reales, no la estafa de «5 stelle») el sistema estará expuesto, casi desarmado, a nuestros ataques. En ese lapso de tiempo, el odio alcanzará su clímax y quizás, de una vez por todas en este desafortunado país, la ira se dirija hacia los verdaderos responsables de la miseria: el Estado y los amos.

Además, la locura popular por la soberanía está socavando la democracia parlamentaria desde sus fundamentos. Este tipo de «populismo» produce empujes contrastantes e irracionales difíciles de manejar por los mismos los activaron. Hoy, la posibilidad de que nuestra acción abra una brecha se ha vuelto real. Debemos tener las ideas claras, convicción y tenacidad para que el odio cambie de campo, para abrir los ojos de los explotados. La voluntad y la determinación pueden hacer retroceder el reloj de la historia, haciéndonos comenzar de nuevo desde donde empezamos a perder esas dos cualidades irreemplazables. Hace un siglo, fuimos abrumados por la fuerza de un «comunismo» autoritario que nos envenenó con sus frutos, «socialdemocracia» y «dictadura del proletariado», los cuales, con su brutalidad, acabaron con el «mito» de la revolución social, del «nuevo amanecer» y de la anarquía como perspectivas concretas para la liberación total. Desde nuestra «modernidad» hemos afirmado que no necesitamos «mitos», pero así hemos matado la utopía, la mejor arma que teníamos para subvertir este mundo. Históricamente, nos hemos centrado demasiado en la racionalidad, en la ciencia, descuidando los instintos de revuelta, los sentimientos, las pasiones subyacentes al humano.

Hemos perdido de vista «la posibilidad de conseguirlo» y esto nos ha enfurecido hasta el punto de no reconocer, por ejemplo, la grandeza del gesto de uno de nuestros hermanos, Mikhail Zhlobitsky, que se inmoló con una bomba en el cuartel general de la FSB de Arkhangelsk para vengar a sus propios compañeros, torturados por la policía rusa. Este joven compañero ha adquirido hoy el valor fundacional de una anarquía vital, lista para jugárselo todo con tal de liberar este mundo. Las cosas están cambiando deprisa, los anarquistas están despertando de su letargo.

Alfredo Cospito
extracto de ¿Qué internacional?
[traducción revisada por lucharcontrael41bis]