Scripta Manent. La experiencia de la cárcel de Alta Vigilancia a través de la narración de dos anarquistas

En la Rivista Malamente, finales de 2019 (n.15), publicábamos una entrevista a Danilo y Valentina, dos compañeros anarquistas que han vivido un largo periodo de prisión preventiva, en régimen de Alta Vigilancia, en el ámbito de la operación Scripta Manent (absueltos en primera instancia y en apelación). En el proceso por el que Alfredo puede ser condenado al ergastolo ostativo en régimen 41 bis, se juzga una serie de ataques firmados por diversas siglas relacionadas con la Federación Anarquista informal. Hemos pedido que nos cuenten algunas impresiones sobre su experiencia en prisión porque con frecuencia quien está “fuera” no es consciente realmente de lo que significa estar “dentro”, especialmente en secciones de Alta Vigilancia como esas en las que el poder encierra a los y las anarquistas.

Habéis sido encarcelados en secciones AS2, es decir, de alta vigilancia reservadas a los detenidos por terrorismo y subversión d el orden democrático. Una distinción histórica dentro de las cárceles es la de presos “comunes” y presos “políticos”: ¿cuán profunda es esta separación y como la habéis vivido en vuestra experiencia?

Danilo: La diferenciación nace con el intento de evitar un contacto entre presos llamados “comunes” y prisioneros políticos de la guerra social, de la lucha de clases.

Puedo hacer una reflexión también en relación con la anterior experiencia carcelaria que tuvimos en 2015. Entonces no existían las secciones AS2 pero estaban las EIV (elevado índice de vigilancia), que en teoría suponían una separación de los “comunes”, pero en Italia sólo había un par secciones EIV, por lo que normalmente se terminaba en una sección AS; en la época, la alta vigilancia era única, no diferenciada como ahora en AS1 (para la criminalidad organizada provenientes del 41 bis), As2 (para los “políticos”) y AS3 (para organizaciones criminales comunes ligadas a tráfico de drogas). Esto significaba que siendo sometido a régimen de elevado índice de vigilancia pero dentro de una sección AS, terminabas junto a prisioneros vinculados a asociaciones delictivas organizadas, a traficantes internacionales, etc., sin relación con la mayoría de prisioneros “comunes” pero siempre había un mínimo de interacción con otros presos que no fueran políticos. Ahora no es así, en las secciones AS2 estás en un grupo reducido de cinco, seis, siete compañeros por sección, sin ningún contacto con los “comunes” y con toda una serie de restricciones. La sección AS2 está organizada y gestionada precisamente para este tipo de prisioneros, para anarquistas y comunistas.

Sólo he podido tener contacto con los “comunes” cuando me trasladaban a Turín para el juicio, por lo que en estos dos años y ocho meses de detención habré estado cinco o seis veces en secciones comunes, pero con enormes restricciones respecto al régimen ordinario. Por ejemplo, en la puerta de las celdas hay una cancela y una ventanilla que normalmente se cierra solo por las noches, pero cuando los del AS2 pasábamos a estas secciones comunes estaba permanentemente cerrada, quedando abierta solo la ventanilla. No obstante, son secciones con un ir y venir continuo y siempre hay alguien que, aunque sólo sea por curiosidad, se acerca desafiando las prohibiciones. Así, al menos puedes interactuar, explicar por qué motivo estás ahí, crear una relación humana con los demás detenidos, que en muchos casos nos han brindado esa solidaridad práctica que se da en la cárcel: te pasan el plato de pasta, el café, porque en esas situaciones, cuando te acaban de trasladar, no tienes nada, por lo que en lo inmediato, dependes de la solidaridad de los demás. Por mi experiencia, puedo decir que esta solidaridad existe siempre. Te dan lo que pueden.

Es una solidaridad de base, con frecuencia ligada a un sentimiento de oposición hacia la administración que te mantiene recluido. Es como si vieran en ti el emblema de quien ha entrado en conflicto con el Estado por motivos que no son económicos. No has violado la ley para salir adelante, hacia lo que no tengo ninguna objeción, pero para ellos es como si representaras algo que se mueve contra la institución que los tiene segregados. Siempre he visto esa disposición positiva hacia nosotros, compañeros, pienso que también se debe a nuestra actitud de desconfianza hacia los guardias. En muchas secciones comunes los guardias llaman a los presos por su nombre, bromean, naturalmente con quien se lo permite: nuestra actitud hermética hostil, con independencia del guardia “bueno” o “malo”, es algo que muchos presos valoran positivamente.

Valentina: De hecho al resto de presos no los ves nunca, nunca te cruzas con ellos. La sección femenina de Rebibbia está junto a la sección AS3, pero cuando salíamos nosotras cerraban todas las demás celdas, metían a todos, creando casi una especie de bicho raro, porque al final parece que te conviertas en eso. El aislamiento es total.

En este contexto de aislamiento, la introducción de la asistencia a los juicios a través de videoconferencia parece ser una restricción más. La presencia física en Turín para el juicio era un respiro respecto a la rutina de la AS2, más allá del hecho de poder encontrar amigos y compañeros que asistían entre el público. ¿Es así?

D: Personalmente, siempre solicitándolo a través de mi abogado, pude ir a Turín para algunas audiencias individuales en las que se trataba mi posición. No pude asistir a todas las audiencias precisamente por la videoconferencia. Acudir en persona es muy importante porque las audiencias se convierten en un momento de encuentro con los compañeros en la sala de vistas, para mí también era el momento de ver a Valentina, encerrada en Rebibbia, a quien no tenía posibilidad de visitar porque siempre nos lo denegaban. Además, existe la posibilidad de intervenir aunque sea sin el consentimiento del juez, de gritarle a la cara al fiscal si te apetece, o si tienes algo que denunciar se lo puedes decir a los compañeros para que se sepa fuera. Por todo esto, la videoconferencia supone una gran limitación. Básicamente estás delante de una pantalla, a tu lado hay un inspector (nunca un guardia normal, siempre un inspector) que tiene un botón con el que puede darte la palabra, por lo que te puedes desgañitar pero si él no aprieta el botón, no sale de allí, en la sala no te van a oír. Así que yo diría que ha sido un paso más hacia el aislamiento.

Sobre la videoconferencia no planteo un discurso de garantías judiciales. Es verdad que no puedes hablar con el abogado, sólo puedes llamar desde una cabina, que por cierto, está poco aislada, el inspector puede oír todo, cosa que considero poco importante; es mucho mas grave la tendencia a aislar cada vez mas. Por ejemplo, es un impedimento para las viejas dinámicas de los prisioneros revolucionarios que usaban el proceso judicial para leer comunicados, para declarar cosas al movimiento. Cada vez es mas difícil hacerlo.

V: El comunicado, aunque te dejasen leerlo en videoconferencia, sería algo totalmente distinto: su fuerza, su impacto no serían en absoluto lo mismo.

¿Qué otras formas de comunicación teníais con el exterior?

D: Los únicos contactos físicos a parte de con los compañeros de sección son en las visitas. Cuatro horas al mes. Mas dos llamadas de diez minutos al mes, solo a números fijos previamente autorizados, normalmente de familiares y personas con las que convivías, nunca autorizan otros números como tampoco teléfonos móviles. En Ferrara había un teléfono en el centro de la sección: la primera llamada que hice vino el guardia diciendo “tengo que decírtelo, oigo todo”, porque la acústica en las secciones AS2 está pensada de modo que si se cae un tenedor en mi celda, los guardias lo oyen. Si hablas con un compañero de la celda contigua, por el pasillo, el guardia escucha todo. Por eso encontramos otra forma de comunicación, cerrando la ventanilla y asomándonos por las ventanas, hablando hacia el exterior. Así podíamos decirnos cosas, por ejemplo más personales, sin que tuvieran que oírlo todos, pero siempre dentro de un contexto ultra controlado.

También porque todo lo que se dice en esas secciones queda registrado y posteriormente se informa de ello. Te hacen un perfil psicológico. Si por ejemplo ven que llevas un periodo un poco nervioso o un poco bajo de ánimo vienen los asistentes, los psicólogos que escriben sus informes; hay una carpeta personal con sección dedicada al índice de probabilidad de suicidio.

¿Como era la relación con estos personajes de acompañamiento – asistentes, psicólogos, educadores varios – respecto a los guardias?

D: Entre compañeros, se rechaza ir a hablar con esta gente con mucha frecuencia. Básicamente son esbirros sin uniforme que en teoría están ahí para entender tu malestar. En la práctica son un brazo, un apéndice del sistema carcelario. Esto vale también para la asistencia sanitaria, guardias y médicos se llaman entre ellos “compañeros”. Tras rechazar unos análisis de sangre dos guardias vinieron a decirme, disimuladamente, que si no me hacía el análisis no podría ir al dentista si lo necesitaba: todo forma parte del mismo circuito, del sistema cárcel. Los asistentes sociales, los psicólogos, se dedican a redactar informes que terminarán en manos de los guardias, todo destinado a ver si tu malestar se puede convertir en un problema para ellos, si puedes realizar protestas o algo que pueda molestar. Por no hablar de las preguntas que te hacen sobre tu situación judicial: “¿pero acaso no has hecho estas cosas?”, “¿Qué piensas de la violencia?”, y preguntas del estilo… En las secciones comunes también está el cura, que afortunadamente por aquí no se ha dejado ver.

Entre los guardias siempre los hay más y menos bastardos, y luego están las brigadas que en teoría deberían intimidarte. Lo bueno de las secciones AS2, donde se está entre compañeros, es que es difícil que se permitan llegar más lejos, amenazar o algo peor, porque saben que estamos unidos y que cualquier cosa que suceda tiene una repercusión. Los guardias no entran, pegan a alguno y se van tan tranquilos. Es verdad que todo puede pasar, e históricamente las cosas se han puesto mas feas, pero en cualquier caso, plantearse intervenir de ese modo en estas secciones no es como hacerlo en cualquier otro lugar, como en una sección donde están todos normalizados y la solidaridad entre detenidos no está al mismo nivel que la que se da entre compañeros en AS2 (aunque también hay secciones comunes combativas).

¿Crees que hay particularidades concretas en la vida de la sección femenina AS2?

V: No me gusta hacer discursos de género. Hay que decir que entre nosotros anarquistas las mujeres encarceladas son menos en número, habrá tres o cuatro veces más hombres. En este momento son tres, si una sale quedan dos, y Anna puede quedarse sola, así que como puedes suponer, la socialización está siempre bastante restringida. En Rebibbia creo que nos encontramos por casualidad, porque tuvieron que trasladar a las compañeras brigadistas y nos trasladaron también a nosotras. Rebibbia es la cárcel modelo por antonomasia, abierta, con todas las garantías… pero luego el arbitrio y las recompensas representan la lógica dominante.

¿Cómo está organizado el día? ¿Cómo pasan las horas, los días, los meses en la celda?

D: En Ferrara el día comienza con la hora de patio de 9.00 a 11.00; un cubículo de cemento de diez metros por seis con alambre de espino en lo alto, donde vas y vienes, durante dos horas sólo vas y vienes. A las 11.00 vuelves a la celda , a las 11.20 si quieres socializar puedes ir a las celdas de otros, luego pasa el carro con la comida y normalmente se cocina en compañía, por lo que de las 11.20 a las 13.30 se convive. Normalmente cocinábamos nosotros, al menos a mediodía, haciendo la compra en el economato o reutilizando algo comestible de lo que pasaba en el carro; esto sólo se puede hacer en compañía porque cada uno cuenta con un sólo hornillo, por lo que sólo se puede cocinar de forma decente juntándose tres o cuatro. Luego se sale al patio hasta las 15.30, se vuelve a entrar y se permanece en la celda hasta las 16.15, momento en que comienza la socialización de la tarde, que dura hasta las 17.45, tras lo cual se termina la vida común. Se vuelve a la celda y a las 19.00 pasa el carro de la cena, te quedas solo, y cada uno se organiza escribiendo, leyendo, viendo la tv, haciendo lo suyo. A las 9.00 de la mañana siguiente vuelta a empezar.

Por lo general las celdas son individuales, pero no necesariamente. Durante un tiempo en Ferrara estuvimos con una, entre comillas, “superpoblación” porque éramos nueve en una sección con seis celdas. La principal diferencia de las secciones AS2 respecto a las comunes es que la puerta siempre está cerrada, incluso durante las horas de socialización. En muchas secciones comunes se dejan las puertas abiertas durante esas horas, por lo que uno se puede mover, ir donde quiera. En AS2 esto no ocurre. Hay que declarar a qué celda vas a ir y se permanece cerrados dentro, un máximo de cuatro. Se come, se juega a las cartas, se charla, se toma café, pero la puerta siempre está cerrada. También discutimos sobre ciertos temas, siempre teniendo en cuenta que pueden oírlo todo, incluso sin micrófonos en las celdas, cosa que en nuestras secciones ha sucedido varias veces ya que siempre hay investigaciones abiertas. A veces para pasar el rato nos inventamos cosas, me viene a la mente la broma de tirar el taburete al suelo para hacer correr al guardia. Cuando cae un taburete al suelo piensan que alguien se ha ahorcado y entonces corren. Cogíamos el taburete y ¡pum!, hacíamos un ruido que se oía en toda la sección. Pero después de unas cuantas dejaron de llegar corriendo…

¿Cuán determinante es la solidaridad que llega desde fuera y hasta qué punto marca la diferencia en la rutina de la cárcel?

D: Es algo fundamental. El mayor arma que tienen es hacerte creer que estás encerrado y aislado del mundo, olvidado por todos, pero cuando llegan noticias de que fuera hay gente que te brinda solidaridad todo cambia. Están las concentraciones bajo la cárcel que te provocan alegría, pero más allá del momento puntual, te enfrentas a toda una serie de días que tienes que vivir dentro y entonces, para mí, la mejor forma de solidaridad es la de continuar las luchas que llevábamos adelante. Por fortuna, con todos los límites y problemáticas, hay individualidades que luchan y llevan adelante el discurso anarquista, cada uno con sus métodos,. En este lugar, saber que no tienes tierra quemada a tu alrededor y que esos compañeros con los que solías juntarte fuera, hacer asambleas, cualquier tipo de lucha, siguen combatiendo significa que no es verdad que metiéndote ahí dentro haya terminado todo. Nada ha terinado.

Vuestra estancia en prisión ha sido bastante complicada a nivel psicológico porque no teníais una condena que cumplir. En tal caso sabes que antes o después, ya sean meses o años, te soltarán y podrás organizar tu vida en consecuencia. Vosotros en cambio estabais ahí, mes tras mes, esperando noticias del proceso judicial, sin saber cómo ni cuándo acabaría, y esto durante dos largos años y ocho meses

D: Es cierto, aunque una vez transcurridos los primeros meses empiezas a considerar que estarás allí mucho tiempo. No puedes estar siempre con la idea en la cabeza “¿cuándo salgo? ¿cuándo salgo?”, o no lo superarás. Al menos lo intentas, claro que no siempre lo consigues, pero de alguna forma es un acto de supervivencia personal, porque si no se vuelve una tortura y la detención se vuelve aún peor de lo que ya es. También están esos momentos en los que, por ejemplo, el abogado a presentado un recurso y tienen que decidir si dejarte salir o no, o cuando la sentencia está cada vez más cerca… desafío a cualquiera a que no piense en ello. Como decía un viejo prisionero, intentemos pensar en lo bueno, que lo malo llega solo.

A menudo decimos que la sociedad actual es una prisión, que la represión se experimenta en el ámbito de la vida cotidiana, pero frente a quien está encarcelado parecen frases hechas; cuando habéis salido y “recuperado la libertad”, ¿ha sido difícil retomar la vida fuera, retomar los propios asuntos interrumpidos durante todo este tiempo?

D: Los primeros días no eres demasiado consciente, vas un poco por inercia. Casi no te das cuenta. La percepción del tiempo pasado cambia: a mi me ha parecido que ha sido un momento, no he sentido el peso de esos años. Lo sentía más cuando estaba dentro. Luego están los mil y un problemas de la vida práctica que no tienes dentro, porque dentro no haces nada: trabajo, asuntos burocráticos varios etc. En una situación especial porque el impacto de la salida no lo sientes en ese mismo momento, sino que te vas dando cuenta poco a poco, cuando ves que vas más despacio en comparación con el contexto, porque estás acostumbrado a ritmos de tiempo en los que no se corre en absoluto.

V: Hay que decir que a la alegría de salir y recuperar las relaciones afectivas está unido el disgusto de dejar dentro compañeros con los que has compartido momentos y emociones fuertes. Porque a algunos nos ha llegado la absolución, pero ha habido duras condenas para otros. Esa combinación hace que te sientas como dividida en dos.

D: Durante más de dos años he compartido todo con estos cinco o seis compañeros, te entendías a la perfección, y luego en la cárcel haces bromas que de algún modo están relacionadas con la vida en el talego, es un contexto, un lenguaje, un código particular. Si hablas así en la calle te toman por loco. No puedes decirle a un amigo: “tenemos que ir a casación por tal motivo”, una típica broma taleguera. También bromeábamos mucho diciendo: “si, si, mañana te llaman liberante”, esto es, cuando estás a punto de salir. Fuera no te entienden. Pero en general, puedo decir que dos años y medio no han partido mi vida, he retomado la vida de antes con normalidad, aunque a nivel subconsciente algo habrá quedado.

Vuestra situación ha sido especial también porque el hecho de tener niños pequeños es una gran diferencia respecto a otros prisioneros. ¿Cómo han vivido los niños este período y cómo se lo contabais?

V: Es normal pensar siempre en ellos, pero mientras sabes que están bien, también nosotros estamos bien. Los mayores miedos son a los tribunales de menores, a la asistente social y a todo eso. Teníamos padres de acogida, muy seguro desde este punto de vista, pero nunca se sabe. Se publicaron algunos artículos en los periódicos diciendo que habían empezado a quitar la potestad a los mafiosos, por lo que piensas si empezarán con experimentaciones de este tipo también en nuestros entornos. Los pensamientos te vienen. De todas formas nosotros hemos tenido familiares y amigos que se han unido alrededor de los niños, no sólo los han cuidado, les han dado cariño y estímulos. Así que nosotros, sabiendo que fuera teníamos esta red, por difícil que fuera, también lo vivíamos bien. Si sabes que la situación fuera es tranquila, tú también estás tranquilo.
Cuando nos detuvieron, nuestro primer hijo tenía ocho años, inmediatamente hice la primera llamada desde la cárcel a casa para decírselo; con la niña fue diferente porque tenía tres años y medio y ni siquiera habría entendido lo que era la cárcel, así que le dijimos que no estábamos allí porque estábamos trabajando y cosas así. Ahora, sin embargo, tiene seis años y decidimos contarle las cosas como son, también porque desde que salió su padre ha recuperado su rutina diaria como era antes. Por lo que parece se lo ha tomado bien, no ha sido para tanto saber que estábamos en la cárcel, los niños en algunos aspectos tienen una forma de reaccionar excepcional. Viven mucho más instintivamente, pase lo que pase.

D: Nunca les hemos ocultado lo que pensamos, nuestra forma de ser, las ideas que tenemos, siempre teniendo en cuenta el hecho que estás hablando con niños. Podían venir a las visitas, aunque estando en distintas cárceles era difícil que estuvieran cuatro horas conmigo y otras cuatro con ella. Queriendo, habría quien los habría traído y llevado pero no los puedes estresar con continuos viajes semanales, además los días de visita son fijos, por ejemplo para mi eran los martes y para ella, cuando estaba en Latina, eran los viernes. No puedes tener a los niños todo el rato viajando, tres días a la semana, de Pescara a Ferrara y a Latina.

Obviamente los maderos te ponen todas las dificultades que pueden, y no tuvieron problemas para citar en la sala frases pronunciadas por el niño cuando tenía cinco años, por ejemplo una tarde viendo el telediario que hablaba de heridos y de armas me preguntó si teníamos armas: para la fiscalía era una prueba de que por casa pasaban armas, y de que manera! Estamos hablando de magistrados, maderos, que son, no se me ocurre ninguna definición, no quiero decir la escoria de la sociedad porque sería un cumplido.

¿Queréis añadir algo?

D: Lo que me apetece decir es que no hay que temer a la cárcel como al espantajo absoluto, como a algo que te machaca, te destruye, de lo que sales desganado, porque no es así. Se puede resistir a la cárcel como a todas las experiencias de la vida. Quien lucha sabe que se puede enfrentar también a ella, pero hay cosas peores; hay personas que han pagado con la vida. La cárcel forma parte de los instrumentos del Estado.

V: Totalmente de acuerdo. Para terminar queremos mandar un saludo y un abrazo a todos los compañeros que se encuentran en la cárcel. Invitamos a todos a hacer llegar solidaridad a los prisioneros anarquistas.

Traducido de: rivista.edizionimalamente.it/