Las declaraciones no se pudieron leer en la sala, porque la audiencia se desarrolló a puerta cerrada, pero fueron leídas en la concentración a las puertas del tribunal, con numerosxs solidarixs venidos de varios lugares.
Unos meses después me encuentro de nuevo en el estrado para volver a ser juzgado como “socialmente peligroso”, acusación que devuelvo al remitente, tal como declaré la última vez y a lo cual no tengo nada que añadir.
Excepto que esta mañana llega tras la pérdida de un fraternal compañero al que las leyes del Estado han privado de años de vida por haber luchado por un mundo mejor. Él, que como tantas y tantos otros, habíais incluido entre mis conocidos “peligrosos”; yo, en cambio, me siento orgulloso de haberlo tenido como amigo, hermano y compañero.
Tengo poco que añadir esta mañana, excepto que desde la última petición de vigilancia, se ha llevado a cabo un montaje judicial en el cual el alcalde de la ciudad en la que vivo se considera víctima de “acoso físico y actos persecutorios” por las luchas que hemos llevado a cabo en el territorio o por las que se nos acusa, incluida la sátira.
Es bastante curioso, por no decir empalagoso, que empresas fundadas sobre la violencia patriarcal acusen a quienes se oponen a tales abominaciones .Y los acusan de delitos cuyo castigo tendría como objetivo contrarrestar esa violencia.
Pero, y esto es lo que siempre he pensado, la defensa de las mujeres, de los hombres y de cualquier individuo, y su bienestar, pasa exclusivamente por lo que nosotros, esas mujeres y esos hombres, consigamos hacer entre nosotros, con nosotros, por nosotros, día a día.
Porque si no pensamos en nosotros mismos, nadie lo hará. Y menos aún aquellos que obtienen su privilegio precisamente del sometimiento de las multitudes.
En cambio, los medios de la Represión sólo son herramientas en manos de los opresores, que utilizan a su antojo en función de a quién haya que castigar y golpear.
Incluso medios reclamados y usados para otras situaciones, como en este caso.
Y también para la llamada “peligrosidad social”.
Hay poco de los que sorprenderse, pero es un aspecto que quería subrayar, también por la actual atención sobre la violencia patriarcal.
Y en este sentido, creo que sólo con un cambio radical de la estructura social puede dejar de existir el privilegio (en toda su negatividad), incluido el privilegio patriarcal. Porque es precisamente sobre el privilegio que esta estructura social se sostiene y se reproduce.
Como ya he dicho, eso es lo que siempre he pensado, y siempre he luchado por ese cambio.
Por eso hoy estoy de nuevo en el estrado.
Finalmente, en esta mañana, poco tendría que añadir salvo que, tras la última petición de vigilancia, el día siguiente, como todas las mañanas fui a desayunar a un café antes del trabajo.
«¡Bellas! ¡Las he leído!»
Me dice la señora detrás del bancone.
No era ni una compañera ni una amiga íntima. Una “conocida”, como dirías vosotros. Una “conocida” que había leído las declaraciones que hice la última vez, y que luego hicimos públicas.
«Todo lo que has dicho son cosas que yo también pienso».
Continuó..
«Tienes razón en todo, me he emocionado. Es una injusticia lo que te hacen.
Y hay que empezar a hacerse oír».
Así concluía.
Veréis, ¿por qué he querido contaros este episodio y esta anécdota, que no es única ni aislada?
En primer lugar, porque tengo que agradecéroslo: porque cada vez, con este trabajo constante de intentar silenciar las voces, en realidad no hacéis más que amplificarlas.
Porque cada vez, con esta obsesión represiva, lo único que hacéis es aclarar cuáles son las partes implicadas.
Donde está el límite, la frontera, la separación.
Donde está la sinrazón, donde la razón.
Dónde está lo correcto y donde la injusticia.
De qué lado estar.
Vosotros, cada vez, me dais la posibilidad de explicar mis razones.
Y de hacer ver bajo qué injusticia deben sucumbir.
Y así queda aún más claro que esa sociedad, para la que se supone que soy peligroso, sufre las mismas injusticias y tiene las mismas razones que yo.
Y nos entendemos. Y nos encontramos. Absurdamente también gracias a su represión.
Por eso mañana por la mañana, tengo la esperanza pero también la convicción, en la sociedad de la que queréis excluirme y para la que queréis hacerme pasar por peligroso, que estas palabras permanecerán y resonarán en algún corazón.
Las ideas de justicia social y de libertad que las animaron. El espíritu, el amor y la rabia con que han sido vividas.
Esas palabras, esos gestos, esas luchas, tal vez, hagan vibrar algunos corazones.
Y serán semilla. Y luego germinarán. Y después, quién sabe…
Porque las ideas de igualdad, justicia social y libertad no se extinguirán jamás.
Gigi
[Traducido de algunos canales telegram]