3 noviembre 2022
Premisa: pido disculpas de antemano por la prisa debida a la urgencia con la que hemos vomitado estas líneas y que ha contribuido a lo farragoso y apresurado de algunos pasajes que, tomados individualmente, merecerían un análisis a parte.
Compañeros, hermanas y hermanos, Anarquistas todos (los dignos de este nombre), no con poca preocupación me encuentro escribiendo estas líneas.
Es urgente una concienciación colectiva de las transformaciones en marcha dentro del tejido político institucional y de la sociedad en que vivimos con el fin de, en el peor de los casos, luchar por nuestra vida, y en el mejor: seguir siendo capaces de infligir duros golpes al enemigo.
Pero ahora, retrocediendo un poco, me gustaría compartir mi análisis de la situación actual, empezando por nosotros.
Son tiempos en que buena parte del movimiento anarquista –tergiversando las palabras del compañero anarquista Alfredo M. Bonanno, en referencia a la reproducibilidad de las acciones de ataque inscritas en una proyectualidad insurreccionalista primero, y revolucionaria después (ver Teoria e prattica dell’insurrezione pp.43)– elogia rozando la idiotez el abismo del rebaje de la conflictividad anarquista, en el que nos estamos hundiendo al seguir jugando a la disminución [de la conflictividad – ndt].
Superando esta última dolorosa conclusión polémica, me gustaría exponer una molesta perplejidad: ¿qué insurrección estáis preparando?
¿O realmente creéis que surgirán masas de explotados –en su mayoría proletarios no conscientes de su condición movidos por lo más alejado de una tensión revolucionaria, es decir, pruritos reformistas cuando no reaccionarios– tras la enésima iniciativa testimonial, ya sea una concentración o la habitual procesión “comunicativa”, para sacar al compañero anarquista Alfredo Cospito del 41bis?
Si el escenario en el que espero que creáis se hace realidad (respeto mucho a los utópicos, desconfío de aquellos que no reconocen su cobardía, y espero no tener que lidiar con imbéciles) creo que al menos tres cuartas partes de la población consideraría inaceptable la ausencia de víctimas para justificar un trato tan duro por parte de lo que se supone debería ser un estado de derecho democrático, y en consecuencia se movilizaría.
Pero volviendo a la que más se acerca a mi visión de la realidad, dado que la llamada «gente», es decir, el proletariado y el sub-proletariado no consciente de que podría rebelarse, ni siquiera no lo hace por si misma si acaba intentando apelar a los restos de ese lado “sinceramente democrático” reformista y legalista.
Creo que estamos subestimando lo que esta en juego en cuanto Anarquistas y enemigos declarados del Estado dictada por el recrudecimiento del estrangulamiento con que Estado y Capital aplastan a quien no se deja amalgamar por sus mortíferos engranajes.
Emblemático del momento histórico que vivimos, por poner un pequeño ejemplo, es el hecho de que cinco subsecretarios del gobierno sean estos:
Paola Frassinetti – delegada en educación (Tiene un pasado como directora del Frente de la Juventud milanesa y en los últimos años ha apoyado la actividad de Lealtà e Azione, además, la familia de su novio es dueña de una finca en la que se encuentra la casa de Rainaldo Graziani, hijo de Clemente, fundador de Ordine nuovo muerto en Paraguay, donde escapó este teórico del “stragismo»)
Isabella Rauti – (hija de Pino Rauti, otro fundador de Ordine nuovo, en una entrevista afirmó tener a Codreanu y Evola como pensadores de referencia)
Claudio Durigon – (en Roma pretendía cambiar el nombre de la plaza “a Falcone y Borsellino” para dedicarla a Arnaldo Mussolini)
Galeazzo Bignami – viceministro de infraestructuras (se hizo fotos vestido con una camisa negra, y un brazalete [fascia] con la esvástica en el brazo)
Augusta Montaruli – (fotografiada en Predappio [pueblo donde nació Mussolinni, “la meca de los fascistas” – ndt] con la bandera negra y la cruz céltica)
Desde el punto de vista de quien escribe está clara la voluntad de una buena parte de la clase dirigente de cerrar definitivamente las cuentas con su pasado, de superar el fascismo, y en consecuencia, también su némesis.
Estamos presenciando una tendencia post fascista en un puro ejercicio de estilo tan querido por la república italiana: basta dejar de llamarse fascistas para dejar de serlo, y si no quedan fascistas los antifascistas dejarán de existir por falta de razones.
Por fortuna somos anarquistas y este cerchiobottismo [mantenerse neutral entre dos posiciones – ndt] no nos afecta.
Ahora, volviendo a nosotros, Urge la necesidad de poner en juego nuestras vidas y nuestros corazones, dejar de lado utopías tranquilizadoras y darse cuenta de que estamos jodidos. Lejos de mi sentir o querer infundir una sensación de desánimo.
Tenemos que organizarnos, dejar de pensar en la pequeñez, en nuestra propia pequeñez. El desafío es grande.
Es necesario creer que podemos ser peligrosos poder serlo.
Es necesario que no volvamos a atrever.
Es necesario conspirar con los propios afines.
Es necesario reconstruir equilibrio de fuerzas para garantizar nuestra supervivencia.
Contra la violencia del Estado redescubramos el placer armado de la violencia revolucionaria.
El enemigo no se retractará a golpe de declaraciones en las que nos llenamos la boca afirmando que todos estamos de acuerdo con el último anarquista que ha disparado contra un jefe aquí en italia.
Para evitar que el compañero Anarquista Alfredo Cospito muera de hambre en total aislamiento.
Es necesario volver a empezar a hacer nuestro el lema que perteneció a nuestros hermanos y hermanas Anarquistas del que estoy orgulloso y caracterizó los siglos pasados:
ANARQUÍA O MUERTE
un Anarco-pesimista
no susceptible a la resignación