Tomando la palabra con este texto, después de la interrupción de la huelga de hambre de Alfredo Cospito, queremos aportar elementos de reflexión que esperamos puedan ser útiles a cuantos han luchado en este año de movilizaciones y a cuantos, hoy igual que ayer, se preparan para luchar por la libertad. Seguramente nos habremos dejado muchas cosas, a sabiendas de que, aunque muchos aspectos se han tratado ampliamente en el trascurso de la huelga de hambre mediante textos, discusiones y sobre todo al calor de la movilizaciones en las calles, otros quedan aún por abordar.
La crisis del sistema capitalista ha exacerbado la tendencia al control, característica estructural del neoliberalismo. Esto ha comportado una intensificación de la represión contra el movimiento anarquista y los revolucionarios prisioneros. En los últimos años, este ataque represivo se ha ido extendiendo a todos los explotados que rechazan sufrir pasivamente la crisis social y ecológica.
La ofensiva represiva ha manifestado un carácter preventivo. El Estado se esfuerza por suprimir de raíz las luchas radicales con la criminalización y la mistificación, frenando el posible interés de los explotados por ellas, en un momento en que la oposición al capitalismo y a sus políticas energéticas y económicas podría abrir resquicios de crítica al Estado y al capital mucho más amplios.
Dentro de la estrategia dirigida a eliminar el movimiento anarquista de acción directa contra el cual hace años que se aplican continuas innovaciones represivas, mencionamos solo algunos acontecimientos relevantes de los últimos años: la acusación de masacre contra Juan Sorroche; la recalificación de “masacre política” de una acusación contra Anna Beniamino y Alfredo Cospito en el proceso Scripta que es una Manent y el traslado de Alfredo al régimen carcelario 41 bis en mayo de 2022; la clasificación de la Federación Anarquista Informal como “asociación subversiva con finalidad de terrorismo”; el uso recurrente de la acusación de “instigación a delinquir con agravante de finalidad de terrorismo” contra las publicaciones anarquistas.
En el trascurso de la movilización se ha subrayado varias veces como el ataque represivo contra Alfredo es una advertencia del Estado hacia quien persevera en apoyar las ideas y las prácticas revolucionarias. El Estado tiene que eliminar tanto la posibilidad como la memoria de la lucha armada en este país. La acción contra Adinolfi, reivindicada por Alfredo en el tribunal de Génova, es una de las pruebas más recientes de que esta posibilidad sigue abierta.
El accionar revolucionario no puede reducirse a encajar los golpes que nos asesta el Estado a la espera de tiempos mejores. Consideramos que en primer lugar es necesario desarrollar formas de lucha eficaces para debilitar el poder, a partir de una capacidad de profundización crítica de los problemas sociales y en la perspectiva de una comprensión global de la situación actual. En esta óptica, como Asamblea de solidaridad con Alfredo Cospito y los prisioneros revolucionarios, hemos madurado unas reflexiones que consideramos oportuno divulgar, para reflexionar en colectivo acerca de los sucedido en 11 meses de movilización y seis de huelga de hambre.
El movimiento de solidaridad internacional se ha situado, al menos una buena parte, fuera de la “especialización” anticarcelaria o antirepresiva. De hecho el movimiento ha sabido comprender como el endurecimiento represivo en curso contra anarquistas y revolucionarios no es fruto de un ensañamiento general por parte del Estado, sino que su origen se encuentra en las razones de la lucha revolucionaria para la transformación social y el derrocamiento del Estado y capital.
El movimiento de solidaridad ha sabido ser un buen elemento de perturbación de la paz social, si bien seguramente no ha desarrollado todo su potencial. Por poner un ejemplo, la movilización ha conseguido romper el manto de silencio en torno al asunto. A pesar de esto, los compañeros no han conseguido librarse completamente del condicionamiento de los mass-media: la intervención de buena parte del movimiento antagonista, como desgraciadamente sucede a menudo, se produjo principalmente como consecuencia del desarrollo del clamor mediático.
En cualquier caso, la movilización ha sido de gran valor: sea a nivel de experiencia para el movimiento anarquista actual, sea en términos de sedimentación de las prácticas de lucha. Todo ello en tiecomompos de elogio a la falta de compromiso, de desmovilización permanente, de resignación imperante. El movimiento de solidaridad ha demostrado que la lucha emprendida por Alfredo ha tenido más posibilidades partiendo de una instancia específica –resumible en “Alfredo fuera del 41bis”–, que cualquier declaración de principios, como por ejemplo en el contexto de una lucha entendida de modo general “contra el 41 bis y todas las cárceles”. Nuestra crítica al sistema carcelario se encuadra en una crítica social general, mucho más amplia y radical, que entre otras cosas, también comprende la oposición a las guerras en curso.
La lucha desarrollada en estos 11 meses de movilización ha estado marcada por una lectura de la actual situación social y política de carácter internacional. Logrando, en algunas ocasiones, apoyar también a otros prisioneros revolucionarios en Francia, Grecia, Palestina, Kurdistán y Turquía. Al mimo tiempo se ha manifestado la solidaridad humana e inmediata de los compañeros revolucionarios. En Italia, Francia, Chile, Grecia, Reino Unido, España y Alemania, desde el comienzo de la huelga de hambre de Alfredo, estos han solidarizado iniciando a su vez huelgas de hambre, realizando iniciativas y ayunos solidarios, además de publicando declaraciones y textos de análisis. En particular, consideramos que las largas huelgas de hambre llevadas a cabo por Juan Sorroche (25 octubre – 24 noviembre), Ivan Alocco (27 octubre – 1 diciembre, 22 diciembre – 23 enero) y Anna Beniamino (7 noviembre – 14 diciembre) han dado impulso y fuerza al desarrollo sucesivo de la movilización. Entre las innumerables e importantes iniciativas y declaraciones solidarias provenientes del interior de las cárceles, queremos destacar la iniciativa emprendida por Nicola De María (prisionero de la Brigadas Rojas – Columna Walter Alasia en la cárcel desde 1982), que en noviembre se negó volver de la hora de patio y en enero realizó una “battitura” (golpeo de barrotes o metal) tras la que difundió declaraciones solidarias con Alfredo y los tres revolucionarios comunistas prisioneros en 41 bis.
El grito “Alfredo fuera del 41 bis” ha resonado dentro de las cárceles. En nuestras concentraciones fuera de la cárcel de Terni, donde está prisionero Juan, los presos nos recibieron con los eslóganes de la movilización. Las posibilidades del desarrollo de la lucha dentro de las cárceles nos parecían reales. Muchos presos han comprendido la seriedad y la determinación de Alfredo. Su iniciativa individual ha sido una extraordinaria “cabeza de puente” para las luchas anticarcelarias y contra el 41 bis, resultando más eficaz que todas las movilizaciones en torno a estos temas llevadas a cabo las últimas décadas.
El resultado de la audiencia del 18 de abril en el Tribunal Constitucional (al día siguiente Alfredo interrumpió la huelga de hambre) no es un “retorno” a los principios de la Constitución o una “victoria” de una batalla cívica en el campo jurídico. Se trata de un resultado que no habría sido posible sin un movimiento de solidaridad internacional y sin la intensa lucha llevada adelante con determinación y gran capacidad de resistencia por parte de Alfredo.
Al término de la huelga de hambre Alfredo sigue en 41 bis. Respecto a la otra demanda de Alfredo, es decir, la abolición del “ergastolo ostativo” –que en Italia es una cadena perpetua efectiva– el Tribunal Constitucional ha tenido que pronunciarse, decretando que no es admisible no considerar atenuantes en las condenas que prevén el “ergastolo” como pena fija. Esta sentencia siembra un precedente para todos los detenidos que se encuentren en las mismas condiciones. Se recalculará la condena prevista y solicitada contra Alfredo.
Para nosotros no se trata de razonar en términos de victoria o derrota, sino de afrontar la vuelta de tuerca represiva con una prospectiva a largo plazo, por otra parte inevitable hoy en día, dada la disparidad casi total de las “fuerzas sobre el terreno”. Por lo tanto, debemos abandonar cualquier sentimiento de desánimo, aunque sea comprensible considerando el hecho de que Alfredo sigue en 41 bis. Hoy somos conscientes de que hemos puesto un bastón en las ruedas de las intenciones inmediatas del Estado, enfocadas a una denigración y mistificación permanente, y sobre todo a la aniquilación de las minorías revolucionarias. Una ofensiva en la que el 41 bis representa la máxima expresión represiva del Estado en términos de disuasión. Además, se ha puesto en discusión el prestigio de una institución intocable: la antimafia (Direzione Nazionale Antimafia e Antiterrorismo), cerebro de las estrategias represivas contra-revolucionarias.
En cuanto a las contradicciones surgidas en las instituciones a raíz de la huelga de hambre, pese a que la DNAA y el Raggruppamento Operativo Speciale (ROS) de los Carabinieri están entre los principales responsables del traslado de Alfredo al 41 bis, hay que subrayar las consideraciones contrarias a la permanencia de Alfredo en este régimen que estas estructuras dieron al Ministro de Justicia Nordio. Esto ocurría cuando Nordio pidió a los distintos órganos represivos que se pronunciasen sobre la solicitud de revocación. Esta es una de las manifestaciones más evidentes de la dinámica de “pasarse la pelota” entre las instituciones políticas y judiciales, producida por la presión de la lucha en curso. Una “desorientación” institucional que terminó el 24 de febrero, con la confirmación del régimen 41 bis (por tanto con la ratificación de la llamada “línea de firmeza”) por parte del Tribunal Supremo.
De las consideraciones expuestas se desprende que durante estos largos meses, además de la vida del compañero, también estaban en juego el sentido y la perspectiva de la solidaridad, un principio bajo constante ataque por parte de las fiscalías antiterroristas de toda Italia.
El enfoque de esta asamblea en la movilización y el movimiento de solidaridad ha sido el de un encuentro abierto a todos los compañeros. Éramos conscientes de que la lucha de Alfredo nos afectaba a todos y de que el movimiento anarquista atravesaba un momento de debilidad debido tanto a sus propias carencias como a la parálisis inducida por la represión. En este sentido, vimos necesario mirarnos a la cara, hablarnos y unirnos para ganar fuerza y coherencia.
En la asamblea han participado compañeros y compañeras anarquistas y comunistas que han llevado a cabo manifestaciones y múltiples iniciativas en las calles de Roma. El primer objetivo de la asamblea fue romper el silencio en torno al caso, sacar a la luz el problema, hacerlo de dominio público. También nos pareció necesario presionar para que se diera una respuesta al ataque represivo.
Esta movilización concierne a todos los compañeros anarquistas y revolucionarios. Tras confrontaciones a veces amargas y difíciles, hemos comprendido que no es necesario ni útil buscar una síntesis entre las múltiples visiones de los compañeros, ni que haya una perspectiva única que nos incluya a todos. Al contrario, hay que aceptar y valorar las diferencias, que en el anarquismo son una riqueza. En estas condiciones sigue siendo válido el buen “viejo” principio de una conflictividad sin ningún orden particular, estimado por los anarquistas desde los tiempos de Cafiero, fundamental en el estudio como en el desarrollo integral de nuestras posibilidades.
La lucha, iniciada a raíz de la acusación de masacre contra algunos anarquistas –en el país de las “masacres de Estado”–, prosiguió tras la entrada de Alfredo en 41 bis, tras la condena por “masacre política” por parte del Tribunal Supremo contra Anna y Alfredo y tras la huelga de hambre indefinida de este último. La movilización en Roma se ha materializado, a partir de junio, con una primera iniciativa ante la sede de la DNAA y la sucesiva marcha comunicativa por los barrios populares de Roma este. En el centro se encuentran las instituciones políticas, jurídicas y administrativas responsables de la condena y de las condiciones carcelarias de Alfredo (DNAA, Tribunal Supremo, Tribunal de Vigilancia, Ministerio de Justicia, Gobierno), por eso hemos decidido desarrollar gran parte de nuestras iniciativas en el centro de la ciudad, a pesar de tratarse de lugar sin vida real. Nuestra práctica nunca ha sido la negociación, sino la de señalar claramente a los responsables, haciéndoles sentir nuestra presencia. Ir al centro de Roma, al exterior de los lugares físicos donde se toman las decisiones sobre nuestros compañeros prisioneros ha tenido el objetivo de dar una punzada a los responsables. Por eso las iniciativas a menudo han tenido el carácter de la movilidad y la imprevisibilidad. La manifestación del 12 de noviembre fue decisiva para romper el silencio en torno a la lucha de Alfredo y para dilucidar que en la urgencia de la situación era posible recuperar las calles con determinación.
A partir de enero, asumimos en nombre de Asamblea de solidaridad con Alfredo Cospito y los prisioneros revolucionarios, reflejando la perspectiva de una apertura a la solidaridad internacional con todos los revolucionarios reclusos en las cárceles del mundo. Muchos compañeros revolucionarios afrontan hoy la tendencia a la homologación entre regímenes especiales y circuitos penitenciarios existentes en las cárceles europeas y no sólo. Gracias a la huelga de hambre de Alfredo y al movimiento de solidaridad internacional también se han puesto de relieve esas cuestiones, tanto en Italia como en el extranjero. La apertura a la solidaridad con todos los revolucionarios prisioneros ha sido uno de los rasgos destacados de la movilización: el mismo Alfredo, en su declaración ante el Tribunal de Vigilancia de Sassari el 20 de Octubre (censurada a causa del 41 bis), ha dedicado su huelga de hambre a los tres revolucionarios comunistas prisioneros, militantes de las Brigadas Rojas por la construcción del Partido Comunista Combatiente, encerrados en 41 bis desde hace 18 años (Nadia Liocce, Marco Mezzasalma y Roberto Morandi).
Contra los revolucionarios, los Estados –incluidos todos los regímenes democráticos– muestran su verdadero rostro, tanto fuera como dentro de las cárceles. No existe alternativa a la lucha. En estos tiempos de presunta paz social, en esta época de recrudecimiento de las condiciones de explotación, de aceleracionismo tecnológico, de uso de la emergencia permanente como forma de dominio y de la guerra como instrumento para garantizar la supervivencia del Occidente capitalista, también hay quien ha seguido combatiendo toda “perspectiva” de rendición o desolidarización.
Esta movilización no ha sido la habitual manifestación de solidaridad simbólica, sino mas bien una movilización concreta. Esta última es una característica de una importancia fundamental desde un punto de vista revolucionario. Los objetivos planteados por Alfredo solo se han alcanzado parcialmente, pero esto ya nos lo esperábamos. Partiendo de pocos compañeros se ha llevado a cabo una movilización permanente, durante meses, que ha sido la mayor iniciativa del mundo antagonista en este periodo y que ha hecho entender al Estado que sus ataques tienen consecuencias: hay un precio a pagar.
En una lucha como la emprendida por Alfredo, las cuestiones en juego no solo son la supervivencia personal o la consecución de un determinado objetivo. Para los anarquistas la relación entre medios y fines es de suma importancia, ya que además del objetivo que se quiere alcanzar, la coherencia de los medios empleados para conseguir objetivos específicos es determinante. La lucha en apoyo a Alfredo no debía pasar por la renuncia a los propios contenidos y prácticas en pos del compromiso político y la recuperación democrática. Era importante mantener el rumbo, especialmente en un país como Italia donde algunos sectores del antagonismo a menudo cuentan en su propio trasfondo con la disociación, la rendición política y el abandono de la hipótesis revolucionaria.
Podemos afirmar que esta ha sido una buena movilización para el movimiento anarquista en cuanto adherente a las propuestas teóricas y prácticas del propio movimiento, sin buscar salidas fáciles ni venderse. El rechazo de la delegación, la acción directa, el internacionalismo, han caracterizado el movimiento de solidaridad: este enfoque ha permitido apoyar de forma eficaz la lucha de nuestros compañeros prisioneros. No sólo, la movilización ha dado una respuesta digna a los innumerables e incesantes ataques represivos recibidos estos años. El movimiento anarquista, con sus prácticas y sus ideas, ha sacado la fuerza para una recuperación al menos en Italia y se la ha dado a todos aquellos que han apoyado la movilización.
Consideramos de vital importancia salir de una dinámica de lucha meramente antirepresiva, relanzando la iniciativa del movimiento revolucionario en todos los campos: sólo de esta forma tendremos la fuerza para continuar combatiendo la ofensiva del capital y del Estado.
Seguimos adelante por el camino tomado, aunque esté lleno de obstáculos. Nuestro pensamiento, en forma de abrazo pleno de consciencia y determinación, va para Alfredo.
Asamblea de solidaridad con Alfredo Cospito y los prisioneros revolucionarios
Roma, mayo 2023