Desde verano de 2022 salgo de prisión cada 2 meses con permisos ordinarios durante los cuales viajo y me alojo en mi domicilio familiar en Kalamata, donde vive mi hijo. Como es sabido, estos permisos son sin escolta ni control policial. Dado que hasta ahora he disfrutado de un total de 5 permisos regulares y me muevo libremente por donde quiero en la prefectura de Messinia y mientras dentro de 1 mes cumpliré la condena necesaria para el permiso condicional, solicité y recibí un permiso extraordinario de 48 horas debido a un grave problema de salud de un familiar mío.
Me informaron que el permiso se haría con escolta policial debido a su carácter extraordinario y pedí que fuera discreto. Pero en lugar de discreto, mi traslado se hizo con unas medidas que nunca antes había tenido y sin previo aviso. Naturalmente, el vecindario se molestó, pero también mis familiares, que se preguntaban por qué había ocurrido todo esto, ya que yo estaba en Kalamata desde hacía 3 semanas. En cuanto a la comunidad local, a los conocidos y amigos de la ciudad, algunos trataron el suceso con asombro y otros con humor ácido, hablando de ridiculez.
Sin embargo, al margen de todo sentido del humor, esta historia encierra peligros ocultos y evidentes. Algunos medios de comunicación no han desaprovechado la oportunidad de difundir las medidas extremas de mi traslado, dando al suceso una dimensión aún mayor. A fin de cuentas, sea quien sea el responsable de la forma en que se realizó el traslado -y aunque es evidente que bien podría haber ido sola a Kalamata-, este suceso, combinado con los artículos provocadores y desinformados de algunos medios de comunicación, contribuye claramente a crear una atmósfera negativa para mí y mi inminente salida de la cárcel, así como para la liberación de mi camarada Nikos Maziotis. Tiende a crear un clima que se «traduce» como una «línea» política a los consejos judiciales responsables de decidir sobre mi libertad condicional. En particular, el camarada Nikos Maziotis, después de haber cumplido 10,5 años de prisión -un tiempo excesivo para una condena de 20 años- y mientras disfrutaba de permisos regulares durante casi 1,5 años, los consejos judiciales han rechazado en dos ocasiones su solicitud de puesta en libertad basándose en una justificación basada en condenas disciplinarias de hace 6 años que han expirado hace más de 3 años. Desde hace 4 meses y medio, el camarada Masiotis ha presentado una tercera solicitud de libertad condicional y, a pesar de que cuenta con una propuesta positiva del fiscal, el Consejo de la Magistratura de Lamia muestra una fría indiferencia.
Toda esta presión coordinada ejercida sobre nosotros por los mecanismos del Estado -que incluye el tipo de traslado que me hicieron con permiso especial- y todo intento político instigado desde arriba para remitir una «línea» política a los consejos de sentencia que decidirán sobre nuestra liberación es una venganza por haber asumido la responsabilidad política de la Lucha Revolucionaria, porque no entramos en connivencia con ningún régimen político de poder, por habernos mantenido políticamente honestos, pese a que algunos digan que son «prácticas de otros tiempos». Esta presión no sólo no disminuye, sino que parece aumentar ante los graves problemas familiares que padecemos, ya que por mera venganza política no dudan siquiera en poner en riesgo la vida de nuestros seres queridos.
Pola Roupa, 3er pabellón de la cárcel de Elaionas – Tebas
1/6/2023
Fuente: epanastaticosagonas.wordpress.com